Capítulo 16

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La visita de su primo la ayudó a que sus nervios se relajaran y que su mente no volviera a rememorar lo sucedido desde esa mañana. Pero, ¿qué podía hacer? Si lo tenía grabado con fuego. Intentó mantener una compostura impecable delante de él ya que no quería que  lo intuyera y, de paso, la interrogara sobre ello.

- He venido nada más enterarme de las nuevas noticias, ¿dónde está él?

- Floyd se ha ido, me imagino que a dónde está ella - masculló dolida.

Ojalá se equivocara, pero ese pensamiento le estaba rondando desde que no lo vio más después de su intenso encaramiento y salió del hogar.

- ¿Cómo? Si pensé... ¿No había venido a reinstalarse en su casa?

- Si que corren las noticias - se acarició la frente -. Está, mejor dicho, estaba desde ayer. Pero no ha durado la broma mucho tiempo. Ahora no está en la casa.

Lord Portier se guardó sus pensamientos, aunque no ocultó que le creara cierto malestar.

- ¡Ese hombre está mareando la perdiz! No deberías permanecer aquí más tiempo. Ven conmigo.

No se esperó la risa de su prima.

- Lo digo en serio. Estás sufriendo por un miserable que no le importa avergonzar a su esposa yéndose a los brazos de otra mujer.

- Te lo agradezco, pero no cambia la situación si me voy de esta casa que es también mía. No me iré, aunque lo más seguro de que prefiera mil veces no tenerme cerca de él. 

No lo pudieron evitar, se sobresaltaron cuando escucharon abrirse la puerta y ver entrar al protagonista de su conversación. 

- Por vuestras expresiones de la cara, parece que habéis visto un fantasma o uno podía pensar que estáis tramando cómo deshaceros de mí.

Edward soltó una risa, un tanto histriónica, que demostraba cierta culpabilidad que quería camuflarla como si le hubiera dicho un chiste mientras que Sophie puso los ojos en blanco y se sentó en el sillón. No se escondió, sino que lo miró. 

- ¿Cómo podría deshacerme de mi marido si pasa el mayor tiempo fuera de la casa que dentro? Una pensaría que apenas existe.

Si él creía que iba a quedarse callada sobre el tema de su relación, estaba errado. Aunque la había sorprendido porque pensó que se habría otra vez con su amante, verlo, le provocó cierto alivio. Además, de un reconfortante calorcito. Cabeceó y se irguió en el propio sillón.

- Espero poder remediarlo. No quiero causar más infelicidad en mi esposa de la que ya le causado. Esta vez he de decir que no calculé el tiempo y me entretuve bastante en el club. 

Apartó la mirada nerviosa. Porque no sabía cómo tomarse sus palabras si eran verdaderas o claramente eran una burla. Apretó los puños en su regazo, queriendo de que no fuera esto último. Le enervaba de que se pudiera burlar de ella y tuviera la poca humanidad de creerla de que era tonta. 

- Es una buena noticia oírlo, Floyd. Mi prima ya ha sufrido bastante castigo - cuando se topó que su primo político no iba a soltar prenda, y más, que no le quitaba el ojo encima, no dudó en despedirse -. Es hora de que me vaya. Sophie, cuídate.

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon