Otro trozo II

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¿Podría ser que era el hombre menos feliz de la faz de la tierra en esos momentos?

Desde que su prima se fue, paladeaba en su boca un regusto  amargo que no se iba de su boca. No podía con las imágenes que conjuraba en su mente, tras saber de que se habían lejos de allí y disfrutando de las mieles del amor como lo haría una pareja enamorada.

Rechinó los dientes antes de alzar la copa sobre sus labios. Había ido al club para distraerse, pero tal distracción no la encontraba. Cuando creía que su mala suerte no podía ir a peor, se topó con la figura de Oliver, que no lo ignoró en cuanto lo vio solo en la mesa.

- Espero que hay otro sitio para mí.

El aludido le hizo una señal y el camarero vino a su mesa para tomar nota. Oliver al mirarlo, no suavizó su expresión. No le era de su gusto al parece ser. Entonces, ¿por qué se había sentado?

- Hacía tiempo que no se daba esta situación.

- Es verdad.

- ¿Por qué dejaste de ser mi amigo, Edward? De todas maneras, me alejé de Sophie y me desenamoré de ella. Por lo que tengo entendido todo fue a pedir de boca.

- Creí que el que se había alejado, eras tú.

El otro hombre cabeceó y esbozó una sonrisa sin que le llegara a sus ojos. Ambos sabían que no era así.

- ¿Cómo está Georgina?

El cambio de tema produjo que Oliver se mostrara más amable, ya que era el que estaba relacionado con su esposa.

- Mejor y más hermosa que nunca, aunque ella no ha hecho mención de ello. El embarazo le está sentando de maravilla.

-  Y tú serás un gran padre - le señaló con la copa.

Los dos hombres se miraron, comprobando hasta qué punto su amistad se había resentido.

- Ojalá pudiera decir lo mismo, pero no has tenido la intención de casarte. ¿Quién sabe? A lo mejor, ya estarías casado y con hijos.

- Habría sido posible, si hubiera encontrado a la mujer idónea para dichos planes.

- Posiblemente, aunque si dejaras de preocuparte por los tuyos, quizás te dieras por fin la oportunidad de encontrarla.

- Creo que los dos sabemos que no será así.

Dio lugar al silencio. A un silencio cargado de verdades no dichas.

- Entonces, no busques la muerte tan rápido - el caballero se levantó -. Si no fui yo el que te retó, lo hará lord Floyd. No cometes la misma estupidez que hiciste con nuestra amistad. Sophie merece ser feliz al igual que tú o yo.

- En ese caso te equivocas; no soy feliz.

Oliver se encogió de hombros y se metió las manos en los bolsillos.

- No me pidas que sea tu padrino. No podría cargar con otro error más tuyo.

- Te salió bien la jugada - haciendo referencia a su esposa y a su felicidad. 

- No te daré las gracias por ello, Edward. Sin embargo, a decir verdad, puede ser que perdiera a un amigo, a mi primer amor... Lo acepto, pero he ganado la dicha infinita con mi esposa, eso debo decir que no fue gracias a ti, aunque diera pie a la situación.

- Lo siento.

- No, no lo sientas - replicó quien fue su antiguo amigo -. Rezaré para que el día de mañana, cuando te levantes, no te arrepientas de tus decisiones. Eso sí, si quieres salvarte del infierno.

- Ya lo estoy.

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now