Capítulo 23 (mini)

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Mientras tanto...
No muy lejos de allí.

La visita de aquel caballero no fue por pura cortesía. No fue tampoco, por la fama que le precedía, a adquirir sus servicios amatorios.

Edward Portier esperaba pacientemente a la llegada de la mujer, que de un momento u otro bajaría a recibirle. Mientras tanto, se arreglaba el pañuelo bien anudado o se quitaba una pelusa invisible de la manga de la chaqueta. No se las tuvo que ingeniar para matar la espera porque ella no lo hizo esperar y se presentó con su expresión habitual de aburrimiento en cuanto era hacia su persona. No era que le produjera sopor; era porque no le provocaba simpatía. Pese que los unía una especie de negocio de interés común, no había llegado la ocasión de tratarse para limar las asperezas, más bien, no se trataban. Eran como cómplices, pero sin ser amantes. Aunque los dos eran solteros, esto último no se les pasó por sus mentes. Estaba dicho, tenía otros intereses aparte.

- ¿Ha venido a confirmar que vuestro plan se ha hundido por completo?

Como era de esperar, su recibimiento fue áspero y arisco.  Edward no repuso, sino que la miró desde su asiento. No fue una mirada apreciativa como estaba acostumbrada. Sino aséptica.

- He venido a asegurarme de que no se haya rendido.

La cortesana enarcó una ceja y subió el labio en una mueca con un tinte de sarcasmo.

- La rendición es para cobardes, milord. Sin embargo, se podía decir de que su primo político le pudo más el que dirán que su deseo hacia a mí. Contra eso no podía luchar. Le entró como se diría, ah, sí, el remordimiento, ¿qué culpa tengo yo?

- Es lo mismo; no ha ido a buscarle, ni lo ha intentado.

Florence intentó calmarse.

- Mi primo político puede que ame a mi prima, pero es pasajero. Todas las pasiones acaban rápido y su amor es uno de ellos. El caso de que esté aquí me confirma que se ha rendido sin apenas haber luchado.

- ¡Qué fácil es echar barro hacia el otro lado que no es el suyo? ¿Y usted? Por lo que tengo entendido no ha tenido éxito en su plan de seducción. He hecho mi parte y no me voy a arrastrar por la atención de un hombre que se le ha olvidado el consuelo que le he dado.

Si creía que había tocado el ego del caballero. Se equivocó. Su mirada helada permaneció en su rostro.

- No le he pagado en balde, señora Florence y espero que acabe su trabajo.

- Puedo devolverle cada penique. Ya no me interesa su dinero y creo que aquí acaba nuestro "idilio". Buena suerte en su misión, milord - con ello, le dio la espalda.

Edward no estaba seguro de haber acabado. Le cerró el paso.

- Nuestro negocio acabará cuando Floyd regrese a su lecho y no lo deja escapar una vez más.

- Oh, y así podrá tener el camino libre para atraer a su adorada paloma - Florence lo apartó con sus manos -. ¡Qué agudo de su parte, pretender que una haga todo el trabajo!

- ¿Acaso no era lo que había aceptado a hacer?

- A diferencia de usted, tengo dignidad y amor propio.

Jadeó de indignación cuando la agarró de la mano.

- Si le prometo que el que se encargará de separarlos ahora sea yo.

- Le escucho - aun así, se soltó de su mano.

- Solo espero contar con su ayuda más  adelante.

- ¿Qué hará para que eso ocurra?

- Bueno, digamos que se empezará con sembrar una pequeña duda para que cuando   crezca ya no había vuelta atrás para el remedio.

>>  Habrá acabado cuando no exista el perdón por otro desengaño más en sus corazones, cuando los frutos de su reciente y prematuro amor acaben en la más fagonosa tierra.  Solo el engaño más burdo será  creíble cuando la desconfianza sea la venda más sólida de sus ojos. Ahí, querida, mi primo será suyo. Completamente suyo.

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ