Capítulo 11

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¿Qué pasará?

(Se me ha ido la pinza)

😘😘😘😘😘

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Aún atónita por su aparición, no le escuchó cuando se dirigió a su doncella y a la sirvienta para que los dejaran a solas. El oír, lejanamente, el cierre de la puerta, provocó que diera un ligero respingo y lo mirase recelosa. El hecho de que la sorprendiera de esa forma la colocaba en una posición de desventaja, aunque estuviera en su alcoba. Alzó la barbilla y esperó, sintiendo por dentro un vendaval que la azotaba. 

Tampoco, él parecía cómodo. Fantástico, ya eran dos. Además, no iba vestida adecuada para su "recibimiento". Es más, a diferencia de su esposo, contaba con menos ropa. Trató de no sonrojarse cuando más que nunca sentía la tela de la camisola en su piel.  No iba a ceder terreno. No iba a acobardarse. 

Se envaró cuando su  mirada se deslizó sobre la cama, hecha, como si... buscara respuestas, respuestas que no había. 

- ¿A qué has venido? - no iba a ser amable con él -. ¿Has encontrado alguna prueba que me recrimine de mi actitud? 

Su arranque, inesperado para él, atrajo su atención. Pero parecía ser que no le gustó. Tampoco, a ella que se imaginara cuentos donde no los había, aunque debería reconocer que su comportamiento de anoche no fue el más decente de todos y, cuando en el fondo, muy en el fondo, lo que quería era que ardiera de celos. 

- ¿Las hay?

Lo iba a estrangular y lo haría, sino fuera porque las ganas de ganarle eran superiores. Se acercó no sin antes de detenerse a dos pasos de él. Otra diferencia era que iba descalza. Levantó la cabeza y lo enfrentó.

- Si las hubiera, no estarían aquí - que se retorciera de la duda, ¿pero cómo se iba a retorcer si no tenía afecto hacia ella? -. Me sorprende, querido, que haya venido especialmente para saber si he yacido con otro hombre cuando no debería importarle, y de paso,  desatender a tu amante, que estará preguntándose dónde estás.

- Ella sabe que iba a venir aquí.

- ¿Le ha dicho el motivo?

Ansel esbozó una sonrisa, que no le llegó a los ojos. Fría. Terminó de acortar las distancias que había entre ellos. Midiéndola, ella no se quedó atrás.

- Veo que no le ha dicho nada. ¡Qué sorpresa! Floyd te consideraba más caballeroso con tus mujeres, bueno, no debería contarme porque me has tratado peor que una colilla. Pero... ¿ella? Oh, me ha decepcionado. 

La sonrisa se tornó más fría y ella le correspondió con otra, retrocediendo y yéndose al tocador. Necesitaba distraerse. Estaba perdiendo el sentido cuando lo tenía cerca. ¡No!  No podía perderse en sus emociones.

- Mi trato hacia usted ha sido en respuesta por su engaño, y pondría la mano en el fuego que pretende seguir con ello dado su comportamiento desvergonzado de anoche. 

- ¿Qué engaño? - preguntó confusa y empezó a toquetear los botecitos de cristal que contenían aromas dulces que le recordaban al azahar y al jazmín -. ¿Mi comportamiento desvergonzado? ¿Y el suyo, que no duda en pavonearse con su amante? No sea hipócrita. 

Aparentemente en calma, destapó uno de los botes y lo olió cuando sintió su agarre. El bote no se cayó, sino que lo mantuvo aferrado en su mano. Lo dejó en la bandeja.

- No juegue conmigo.

- Usted tampoco - tiró de su agarre para soltarse, pero no pudo-.  No me pida respeto, ahora no, cuando usted es el primero quien me lo falta.

- ¿Le tengo que recordar que sigue enamorada de él?

No dijo nombre, no hacía falta. Le extrañó de que le dijera aquello. ¿Enamorada?

- Ayer estuvo con él  y no me mienta.

Sophie se dio cuenta de que él no sabía con quién lo había engañado. Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios. Sin querer le había dado el arma para hacerle daño. Se giró hacia él, que no la había soltado, y le acarició la mejilla lisa y ausente de barba -  ¡cuán inocente gesto! - un gesto que no arañaba porque era suave, pero que sí lo hacía con su tacto, adentrándose en la superficial piel hasta llegar en la carne. 

- Oliver - su nombre, distinto al suyo, hizo que apretara los labios en una línea fina -, solo busca aquello que yo también busco en un hombre: amor.

- No sabe lo que significa esa palabra - masculló dolido.

- ¿Usted sí? Ilústrame... - antes de que le respondiera, ella se le adelantó -. ¿Sabe lo que es el amor? Es el que te agarra el corazón, lo deja ansioso, necesitado de su contacto, de sus besos, de sus abrazos; el que se desvela por las noches, pensando si al día siguiente lo vería; el que llena y entristece por no sentirlo cerca.

- ¡Para! - no alzó la voz, pero sus ojos lo hicieron, pero ella no paró, sabiendo que podía despertar al león. 

Se puso de puntillas y le susurró.

- ¿Cuántas veces cree que he gritado su nombre cuando usted no estaba?

Su pregunta lo hirió. Más que lo hirió, lo provocó. Pudo verlo, aun así, no respondió a su ataque. Aún no. Hacía falta tirar un poco más de la cuerda.

- ¿Cuántas veces he ansiado un abrazo suyo?

- ¡Basta! - le soltó de la mano para cogerle los dos brazos  y apretárselos, atrayéndola hacia él, chocando sus cuerpos como dos olas embravecidas por la furia del mar instigador. 

A los dos se le entrecortaron la respiración, pero no cedieron un ápice en su lucha. 

- Le gusta herirme y se cuestiona todavía porque me hallo en otros brazos - sus ojos en llamaradas espoleaban sus sentidos. 

- Mucho, lo encuentro muy placentero.

- A ver si esto lo encuentra también igual de placentero. 

Antes de que pudiera decirle algo, él bajó el rostro y la besó dolorosamente. No se quejó, sino que bebió de su beso sedienta que apenas duró tres segundos porque, de repente, la soltó como si le hubiera picado una serpiente muy venenosa. Tuvo que apoyarse en el borde del tocador porque no sentía las piernas, hechas mantequilla.

Soportó como pudo su mirada recriminatoria, cuando un minuto después, él giró sobre sus pies y  salió con la respiración agitada. Afectado. Igual que ella. 

- ¡Sophie, eres tonta! ¡Tonta! - se dijo, lamentándose.

Pero no había lamento que la consolara, no había ninguno alguno cuando sentía el cuerpo vibrar, sabiendo también que no tendría otra oportunidad como aquella. Lo había echado todo a perder, quemándose en el intento. 

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now