Capítulo 36

5.3K 724 34
                                    

Si bien ha sido firme su pulso en haberle disparado, ahora la invadieron los temblores. El enfrentamiento con su primo la había afectado. No se arrepentía en haberle apuntado y disparado. Era lo que menos le preocupaba y, encima, su relación había acabado definitivamente. Solo que las emociones en un corto período de tiempo la habían saturado.

Sí, muchas emociones juntas.

Edward les había hecho mucho mal, y que hubiera tenido la desfachatez de dirigirse a ella y decirle que la quería, le parecía una inmoralidad y una herida más que ya había acabado de tolerar después del daño infligido.

Contuvo un suspiro y empujó la manija de la puerta. Desde ahí, ver a su marido estático, la superó. Aun así, se mantuvo fuerte hasta llegar a la orilla del lecho, donde había estado unos minutos antes.

- Oh, Ansel. Ahora mismo daría lo que fuera para que despertaras. Deseo tanto una palabra tuya, una mirada. ¡Cuánto lo deseo!

Alzó sus ojos hacia el techo para no llorar. Pero fue inútil. Era como una presa a punto de derrumbarse por la gigantesca presión de sus aguas. Las lágrimas se desbordaron. Año atrás, vivió el distanciamiento que le impusieron respecto a Oliver, su desamor y el rechazo de este cuando quiso recuperarlo. Pero no se podía comparar con aquella congoja abrumadora que la azotaba sin consuelo alguno porque el único consuelo que podía recibir era que su marido abriera sus ojos. El agotamiento emocional le pasó factura y no se percató de ello, ni siquiera cuando se deslizó hacia la cama y la oscuridad la envolviese, sintiendo la proximidad del hombre.

***

No estuvo segura de dónde procedía ese calorcito tan dulce y lánguido que la alejaba del frío, de ese frío que hacía que tuviera miedo, mucho, hasta que despertó. Asustada por el temor más afilado que se introdujo en ella, se despertó sobresaltada. Se había hecho de noche, aunque había velas iluminadas. En algún momento de la tarde, lo habían hecho. Se llevó una mano a la cara para quitarse el cansancio pesado. Pero se le quitó de un plumazo cuando oyó un crujido.

- ¿Por qué tengo la cabeza vendada y me duele con mil demonios aporreándome?

Sophie soltó un gritito que se tapó la boca cuando lo vio gimotear. Pero no fue impedimento para abalanzarse sobre él y abrazarlo.

- Sophie...

Intentó erguirse, pero parecía que le hubiera dado una paliza y se hubiera quedado sin energía. Cuando notó el cuerpo tembloroso de su mujer, empezó a desfilar imágenes de su mente, que lo dejaron más exhausto de lo que creía. Aun así, el coraje emergió dentro de él. Apretó el cuerpo de su mujer con la fuerza que tenía.

- ¿Estás bien?

- ¿Me preguntas a mí? - la joven sorbió por la nariz en un gesto poco refinado -. Oh, Ansel. Casi te matan y me preguntas si estoy bien.

- La última imagen que tengo de ti era con lord Plumfield - su mirada no era acusadora, sino cargada de preocupación -. Me dolió, pero más me dolió verte inerte.

También, recordaba como la furia lo encegó nada más ver que él no tuvo escrúpulos de tocarla mientras esta estaba tumbada en ese colchón, en un estado de letargo.

- No hice nada, nada. ¡Mi primo me drogó! Tienes que creerme. Todo fue un ardid orquestado por Edward. Estaba en la casa de mis padres cuando llegué y me estaba esperando para dar su golpe de gracia.

Sus labios se torcieron en una mueca amarga al revivirlo.

- Shhh- la atrajo en su pecho y la cobijó en él, encerrándola con sus brazos -. Te creo,... te creo.

- ¿Me crees? - su voz quedó amortiguada por la tela de su camisa.

- Sí, lo hago.

Sus miradas se prendaron.

- Aunque por unos segundos, me sentí perdido, recordé que no fueron un espejismo nuestros momentos juntos. No quería perderte.

- No me perderás - le susurró y le acarició la mejilla, que estaba rasposa por la barba que le estaba naciendo -. No, cuando significas mucho para mí.

Atrapó su mano y le besó en el centro de su palma, provocando ya de por sí con su contacto, un cosquilleo en la dama.

- No eres la única - le sonrió con la mirada, pese que se le notaba agotado -. Me sentiría desvalido si no estuvieras a mi lado.

- Ansel - cerró los ojos, abrumada -. Tengo que contarte tantas cosas, pero ya habrá tiempo para ello. Ahora lo más importante es que debes descansar y recuperarte.

- Quédate a mi lado.

- No me iré a otro sitio que no seas tú.

Le besó el mentón y se refugió en el abrigo de su cuerpo; los dos, a la misma vez, se quedaron dormidos.

___________________________________

No quería que hubiera más dudas entre ellos. Puede ser que sea difícil de creer, pero espero que al fuerza del amor, sí lo pienso, sea más fuerte que el miedo mismo.

Faltan un capítulo y el epílogo.

Quedan algunas dudas por resolver (creo que al menos una o dos)

Estoy super emocionada tras leer vuestros comentarios. Esta historia ha hecho un huequito gracias a vosotras!!

¡Gracias!

❤❤❤❤❤❤

Me odiarás   © #3 Saga MatrimoniosTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon