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36 —
La ira de una niña. 
演ペんッヶ

Respiración pesada, puños apretados, ceño fruncido, mandíbula tensa, espalda recta y mirada insensible.

Todo eso lo pudo ver Meliodas mientras Némesis pasaba por su lado.

Los cabellos de su nuca se erizaron de mala manera cuando la pesada aura de la azabache llegó a él. No percibía magia, pero había algo extraño emanando del cuerpo de la nombrada. Le dirigió una rápida mirada a la madre de Némesis, quien seguía llorando en el suelo con sus manos en su rostro, sus sollozos se escuchaban claramente a pesar de estar algunos metros alejados de ella, antes de volver a posarlos en Ésis.
Esta misma acaba de pasar al lado del rubio, sin siquiera dirigirle una sola mirada.

Por inercia, la mano del rubio se enredó en la vendada muñeca de la ojiazul.

Pero lo que no espero, fue una inmediata corriente de aire pasar por su mejilla y, después, sentir un pequeño escozor en esa misma parte. Su ceño se frunció levemente al sentir una pequeña gota de sangre rodar por su mejilla.

Némesis había echo un corte en su mejilla con su daga.

–...no me toques.–

Tal vez, lo que más le sorprendió, fue que su calmada voz estaba inundada de un tono completamente neutro, no mostraba ni un solo sentimiento.

Ni siquiera había echo un solo gesto.

Con rudeza, la azabache apartó su mano, dirigiéndole una oscura mirada totalmente seria a un muy sorprendido Meliodas. Su mano quedó en el aire mientras veía como la azabache se perdía entre los cristales con su daga brillando en un rojizo tono dando vueltas a su alrededor.

– señorita Némesis.../ Capitana...–

Escucho Meliodas entre susurros de la princesa y la gigante.

Su mano por fin se movió, y, llevándola a su rostro, palpó el pequeño rastro de oscura sangre salir de la herida. Mirando sus dedos levemente manchados de ese oscuro carmín, su ceño se frunció profundamente.

Eso no le había gustado ni un pelo.

Pasando el dorso de su mano por su mejilla, limpio la sangre y, como si fuera magia, cuando apartó su mano, la herida había desaparecido.

Elizabeth apartó su asustada mirada del rubio para llevarla a la joven mujer en el suelo. Rápidamente se acercó a ella, pero aún así, se quedó agachada un poquito lejos de ella.

–... ¿E-Está bien...?- Murmuró con suavidad y miedo.

La mujer de corto cabellos levantó la mirada, sus azulados ojos empapados por las lágrimas observaron a la albina con una mirada totalmente preocupada en sus ojos.

Ella bajo la mirada.– Tantos años...– Musitó la azabache, todos estaban atentos a lo que decía, acercándose unos pasos más a ella.– tantos años pensando si iba a poder ver a mis niños otra vez...– Un sollozo rompió su dulce voz. Elizabeth noto como Meliodas se colocaba a su lado de pie.– y cuando por fin puedo hacerlo...– Su voz se rompió completamente, volviendo a grandes sollozos y lloros.

Meliodas se agachó, y, colocando sus manos en sus rodillas, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.– Usted es la madre de Némesis... ¿Verdad?– Cuestionó, con un tono de voz suave y bajo.

La mujer asintió, limpiándose las mejillas. Pero, su ceño se frunció temblando.– ¿N–Némesis?– Cuestionó. Parecía levemente confundida. Levantó la mirada, clavándola en los ojos verdes de Meliodas. En ese momento, él pudo ver el parecido en los de su hija, pero aún así, había una leve diferencia de tonos a pesar de ser casi iguales.– ¿Por...por que la llamáis así?–

Ante eso, todos se confundieron.

Meliodas frunció el ceño levemente.

No se... no se quienes sois.– Continuo la mujer, bajo sus rojizos ojos por el llanto a sus manos.– Pero si podéis verme significa que tenéis algún tipo de conexión con mi hija... Si eso es así, os lo pido, os lo suplico...– En un rápido movimiento que nadie pudo preveer, las pálidas manos de la madre de Némesis se colocaron en los hombros del rubio, casi haciendo que se caiga por la extraña fuerza que poseía la mujer. Nuevas lágrimas comenzaron a brotar de su bonito rostro.– ¡Salvad a mi hija!–

Ante eso, Meliodas abrió los ojos sorprendido, pero rápidamente se recompuso, agarrando con suavidad las frías manos de la mujer entre las suyas, miro como la azabache mayor bajaba la mirada, con lágrimas cayendo hacia el cristalino suelo.

– No entiendo que quiere decir...– Murmuro suavemente el rubio.– Pero no se preocupe, protegeré a su hija aunque me cueste la vida.–

Por fin, una pequeña y cálida sonrisa apareció en el rostro de ella después de levantar la mirada.

Meliodas se cuestionó si Némesis también se vería igual de bonita sonriendo.

Me alegra tanto...Me alegra tanto oír eso...– Aún con lágrimas cayendo de sus ojos, apretó las manos del rubio, sus labio temblaban.– No se que le ha pasado a mi hija, pero ella no es así... O al menos quiero creer eso...– Tomando una fuerte respiración entrecortada, volvió a mirar directamente a los ojos del rubio.– Veo que eres una buena persona.– Pronunció de repente, una triste sonrisa apareció en su lloroso rostro.– Tengo una última cosa que pediros...– Mirando a todos, su oscuro cabello corto se removió por un suave viento que apareció de repente.– No se si Barltra sigue reinando...– Elizabeth salto en su sitio ante el nombramiento de su padre.– pero si es así, tengo una última cosa que pediros...–

El silencio fue el rey del ambiente por unos largos segundos.

Decidle que la Misión ha fallado.– Silencio era lo único que se escuchó ante la sorpresa de todos. Extrañamente, la azabache comenzó a desparecer entre tenues brillos.–...debo irme ahora... pero, fue un placer conoceros a pesar de estas circunstancias...– Con una pequeña sonrisa, al azabache mayor soltó las manos del rubio, apartando su mirada. Su cuerpo comenzó a desaparecer totalmente, dejando solo una parte de su rostro.– Se que no voy a poder descansar aún, pero esta bien... me lo merezco después de todo.– Cerrando los ojos, una triste sonrisa apareció.– Y, por favor, decidle a mi hija, que Lilith, su madre, la ama...con todo su...coraz...ón...–

Y, entre tenues brillos blanquecinos, Lilith desapareció con una pequeña sonrisa en su pálido y cristalino rostro empapado en lágrimas de agonía.

Cuando él aire se llevo los últimos rastros de pequeños brillos, en el suelo donde había estado alguna vez Lilith, había un pequeño objeto...

Una pequeña y reluciente llave de plata.

◖ 𝘚𝘐𝘕𝘕𝘌𝘙 ◗ - 𝙉𝙖𝙣𝙖𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙏𝙖𝙞𝙯𝙖𝙞 -Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon