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- Samanta

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- Samanta.

Su voz, su penetrante, clara y concisa voz me había alcanzado, logrando apoderarse de todos mis sentidos, canalizando mi energía, atrayendo mi mirada aterrada, inocente y pasmada.

Zack se hallaba de pie muy cerca de las escaleras con unos papeles en mano que no lograba distinguir a pesar de la distancia, me miraba expectante, como si a este episodio lo hubiese estado deseando desde hace mucho tiempo, con calma y burlesco.

Detrás de él, cargando un bolso color negro y unos papeles sobre sus manos, Dereck se limitaba a observar o más bien, leer las escrituras plasmadas sobre esa hoja, muy centrado y limitado a una sola cosa, en su propio mundo, como si no supiera que me encontraba en su propia casa.

Reaccione. La voz de Patrick aún seguía resonando por mi canal auditivo, vociferaba, me reclamaba, me aturdía con sus palabras inaudibles, pero no lograba catarlo. Estaba sorda ante sus léxicos, pero muy abierta ante lo que se hallaba ante mis ojos. Por algún motivo, en ese preciso momento sentía que, si las paredes se caían sobre mi cuerpo, no podría lograr reaccionar.

Deje caer el teléfono, ya no tenía movilidad en mis manos y las sentía frágiles, muy sensibles y sin energía. Escuche el sonido hueco del móvil golpear sobre el suelo, oyendo como la pantalla se partía en pedazos y la llamada finalizaba a la par, logrando aquel estallido intenso llamar la atención de Dereck, quien por fin luego de un buen rato sin su atención, me había mirado.

Sus ojos azules desgastados, su mandíbula más perceptible, ojeras negras al igual que todo su ropaje, estaba más delgado, más desganado e impasible. Me observaba sin emociones, era como un objeto inanimado, como si su sola presencia era en vano. Me miraba, y lo único que deseaba era correr hacia él y hacerle tantas preguntas, mi rabieta comenzaba a soltarse y no quería clamar, aunque realmente lo deseaba.

Dereck me observaba y no podía descifrar sus miradas, eran inexpresivas, nulas, parecían que deseaba que me vaya de la casa, que corriera hacia cualquier otro lugar que no sea a sus brazos. Sus pequeños ojos azulados solo se limitaban a divisarme desde las sombras de su hermano quien, al copiar el acto de su gemelo, sonreía animadamente.

Pestañeé retractándome de la situación y al agachar la mirada, ver mi teléfono completamente destruido sin arreglo, temblé. Toda la sala se veía como esta mañana, nada había cambiado, ni siquiera los pequeños paquetes de frituras derrochados sobre el suelo del salón principal. El olor era inminente, asqueroso, difícil de digerir.

Al mirar con rapidez las grandes telas de araña que habitaban en los rincones renegridos de su casa, comprendí que la limpieza había sido descartada desde hace mucho tiempo, que no era lo que de verdad importaba en este momento y solo se estaban centrado en una sola cosa.

Sentí mis ojos nublados al notar que Dereck seguía mirándome y no se movía de lugar, no deseaba tener contacto cercano conmigo, pero yo sí y por ese motivo, a pesar de los obstáculos, comencé a adentrarme sin importar sus reacciones o rechazos.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now