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(Reescrito)

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(Reescrito)

Parte 2/3

Tan solo ver el rostro de la persona que ya se encontraba fuera del coche, sentí una leve punzada en el pecho y un gusto amargo se situó en la garganta. Patrick se hallaba cerrando la puerta de su carro en total calma con un pequeño ramo de flores amarillas y una bolsa de regalo color bordo con un gran moño plateado en su mano derecha.

La oscuridad de su mirada recorrió a los presentes ubicados en el jardín delantero, y cuando me localizó, una sonrisa seca se formó en sus labios.

Guardando con dificultad las llaves de su automóvil en su bolsillo trasero, encaminó audaz hasta rozar el césped podado, creyendo que aún existía confianza entre ambos.

Volví a dar unos pasos en reversa, aferrándome por instinto a la tela gruesa y deportiva que cubría las extremidades de Caterina. No entendía que estaba haciendo él en la propiedad de mi familia, cuáles eran sus intenciones al sostener unas delicadas flores que, sobre su brazo, me causaba disgusto, y porque me sonreía de forma tan abierta cuando le había dicho que no volvería a dirigirle la palabra.

– ¿Qué hace él aquí? – escupió Milena, sorteando mi cuerpo e intentando formar una barra protectora con su cuerpo.

– Sam, ¿quieres que lo saque de aquí? – Cat, al percibir como estiraba su ropa, propuso con amargura y suma preocupación por mi bienestar. Ella lo aborrecía mucho antes de causarme un gran daño por su infidelidad, y al entender que podía arruinarme el día, su odio se esparció por su sistema.

– Si le dices que si a Cat, estoy segura que va a insultarlo hasta causarle un brote psicótico – comentó Mile observándola de reojo.

– No solo voy a insultarlo, también voy a destrozar su coche – de su voz brotaban chispas.

– Se que es tu cumpleaños – me observó de soslayo –, pero apoyo la moción con toda violencia.

Lo que menos ansiaba en este preciso intente, era un posible enfrentamiento. No quería que nadie resultara disgustado, o sobre todo herido, por un problema que debía resolver por mi cuenta.

Los muchachos notaron su presencia y clavaron su atención en él. Dereck, sin estremecer un solo musculo, lo escrutó desde el corto trayecto con prudencia. Sus ojos de cazador se ensombrecieron, perdiendo el azul que los caracterizaba, al detectar los regalos posados sobre sus manos, y la frialdad de su semblante y la confusión, al igual que su mandíbula solida me removió, intuyendo que debía actuar lo más rápido posible.

– No, Cat – me opuse a su oferta y sentí como el corazón comenzó a bombear con más fuerza –. Iré yo.

Informé con disgusto y, frotando mi mano con cariño sobre su brazo, encaminé hasta el jardín para alcanzar su paradero con celeridad. Patrick se exhibía como una persona que pertenecía a mi vida amorosa, y en los ojos de Dereck podía detectar un ligero cambio de ánimos desde su llegada. Me detuve delante de él, impidiendo que siguiera su recorrido, y lo observé repleta de confusión, intentando que los nervios no me jugaran en contra.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now