EPÍLOGO

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(3 meses después)

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(3 meses después)

- ¡Samanta, te ha llegado una carta! – gritó Mia desde la sala principal.

Suspire y sin quererlo, luego de tantos días recostada sobre la misma cama sin ánimos de absolutamente nada, baje.

Los días me resultaban tan largos y pesados, el calor atravesaba las paredes y un simple movimiento causaba que las gotas de sudor comiencen a desplazarse por todo mi cuerpo. El verano en San Francisco siempre había sido agotador y por nuestra suerte, la universidad a la cual decidimos acudir a último momento en nuestra antigua ciudad, estaba cerrada en temporada de altas temperaturas.

La nueva casa que ambas alquilábamos era acogedora y justa para dos personas. Lamentablemente, nuestra antigua casa había sido vendida en el momento que nos mudamos a Los Ángeles y por ese motivo, rentamos un departamento en una zona tranquila. Por suerte, a pesar de tener ambos padres en la cárcel, el dinero de mantención llegaba todos los meses en una carta la cual aclaraba que siempre debíamos mantener la voz baja ante su arresto, aunque ya toda la cuidad estaba enterada de este suceso.

Era realmente agobiante la sensación de siempre sentir los ojos y las miradas de personas las cuales se encontraban al tanto de la noticia, recriminando nuestros actos y los de nuestra familia.

Al caminar fatigada por el calor y llegar a su paradero, con una sonrisa desanimada me entrego la carta. Al tomarla con cuidado, la inspeccione con custodia mirando cada detalle. Aquel sobre era azul cielo y estaba bien sellado, sobre ella decía mi nombre completo y dirección, pero no expresaba el nombre de la persona que lo había enviado.

- ¿Y? – preguntó intrigada - ¿Quién te ha enviado una carta? – su sonrisa curiosa se ilumino mientras dio un sentón sobre el sofá del living - ¿Acaso consultaste por algún trabajo?

Realmente no lo había hecho, no obstante, estaba buscando independizarme del dinero sucio que seguía recibiendo.

- En realidad, no. – respondí incoherente – Aunque tampoco especifica quien es el que lo ha enviado.

- ¿Y qué esperas?, ¡Ábrelo! – soltó emocionada.

A pesar de observar como separaba la demás correspondencia, sentía una punzada sobre mi pecho que no me dejaba quieta, era una angustia certera, repleta de emociones pasadas y negativas. Por alguna razón dentro de esta carta, había algo que no quería leer, pero mi ansiedad me obligaba a abrir el sobre y revelar las letras escritas.

Me aparte de su lado y camine hacia mi cuarto para encerrarme en él, me senté en la cama respirando pesado, no dejaba de suspirar mientras mis manos repletas de sudor y muy temblorosas, sostenían la carta con desconfianza.

Cuando supe que estaba lista, abrí de un tirón el sobre y sostuve la carta amarillenta sobre mis manos la cual, comencé a leer.

¨Tal vez al leer esta simple carta entiendas un poco más de mí, de mi pasado, mi estruendoso presente y mi horrible futuro sin ti.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now