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– Sam, ¿Estás escuchando?

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– Sam, ¿Estás escuchando?

La mano de Sky apareció en mi visión moviéndose de un lado hacia el otro mientras sostenía entre sus dedos índices una palomita de maíz dulce. La cafetería de Belmont se encontraba repleta y los estudiantes no bajaban la voz, pero a pesar de ello, aquel alboroto no me impedía pensar en todo lo que había ocurrido en estos últimos días.

Mis amistades, Milena y Caterina, habían regresado a San Francisco luego de hospedarse en mi hogar por una última noche. Durante las horas que estuve en su compañía, pensé muchas veces en hablar sobre lo que pasaba por mi mente, pero dudaba, no tenía la fuerza y el valor necesario para dialogar sobre ello porque aún titubeaba de mis propios pensamientos. Aunque no lo quisiera admitir, tenía miedo, pero al pensar en Dereck, aquél pavor se esfumaba como niebla por sólo segundos, pero luego volvía con más dudas e inquietud que antes.

Comencé a pestañear con moderación y mire a Sky aún agitando su mano, cuándo se percató de que ya tenía toda mi atención, se sentó sobre su banqueta y devoró la palomita que yacía sobre sus dedos.

– Pareces perdida y tienes ojeras, ¿Estás durmiendo bien? – Preguntó y centró su mirada en las grandes bolsas debajo de mis ojos.

No podía tener un buen sueño placentero, estos últimos días me despertaba a mitad de la noche y no simplemente por encontrarme nerviosa o estresada, también era por escuchar ruidos extraños en la planta baja de la casa. No tenía idea de quién los hacia y cuál era su propósito, pero era un sonido molesto y cuando por fin calmaba, no podía volver a descansar con normalidad.

– Anoche no pude dormir bien, eso es todo – Respondí y con mis manos me frote ambos ojos para despabilar mi visión y así, volver a la realidad.

– Te comprendo – Dijo mientras tomó otra palomita dulce de la pequeña bolsa de papel que se encontraba en la mesa, la devoró y encendió su laptop – Hace unos días que no puedo dejar de ver una serie, la miro todas las noches desde mi ordenador y estoy obsesionada, lo peor viene cuando observo la hora y me percató de que en unos minutos amanece, luego no puedo dormir y recuerdo de debo hacer varios trabajos – Bufo y tecleó sobre su laptop con rapidez mientras observaba unas hojas sueltas sobre su cuaderno amarillo – Hace unos minutos te pregunté si habías visto a las porristas entrenar en el jardín del campus, al parecer estaban practicando todas sus rutinas más complejas ya que se acerca el partido de fútbol más importante de la temporada.

– No las he visto, pero estoy segura de que su baile es genial – Comenté al respecto sin mucho entusiasmo, aún seguía desorientada.

Miré hacia un extremo de la cafetería, dónde un par de porristas muy hermosas y esbeltas se situaban sentadas sobre banquetas de color rojo, hasta pude reconocer que una de las muchachas era Lyn, aquella niña tan engreída y frívola. Con sigilo, tomaban el filo de su crop top y lo bajaban para que sus pechos pudiesen ser más notorios a simple vista, movían de un lado hacia el otro su cabello y reían en voz alta, todo para que Dereck, quien se hallaba a unos muy pocos pasos de ellas, rotara a mirar.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now