•COMPLETA• (editando)
Samanta creía que involucrarse con los gemelos más atractivos del campus universitario y enamorarse de uno de ellos solo sería una simple experiencia como cualquier muchacha de su edad. Sin embargo, jamás creyó que ambos la lle...
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(reescrito)
Parte 3/3
El pequeño campamento, rodeado de hojas secas y las extensas ramas de los arboles esqueléticos, daba la impresión de hallarnos dentro de una película de horror. Más aún teniendo el conocimiento de que era noche de brujas.
Mia se había ocupado de la decoración externa, suplicándome con anterioridad darle vida a las tiendas opacas donde las mujeres dormiríamos durante la noche, e iluminó su interior con luces navideñas blancas. En el exterior, luego de colocar pequeños faroles atrayentes, los muchachos instalaron leñas secas sin encender en el medio de nuestro campamento improvisado y a su alrededor, las sillas plegables esperaban a ser ocupadas.
En el breve período que los estrechos rayos de sol relucían sobre nuestros cuerpos tendidos en los asientos, los objetos personales, al igual que el pastel de cumpleaños, descansaban al filo de las tiendas decoradas. Nos cubríamos con mantas, arropándonos una con la otra, disfrutando de los últimos minutos de calor que el tiempo nos otorgaba, y curioseábamos sobre la desaparición repentina de los muchachos, abandonándonos a nuestra suerte sin dejar rastro.
La camioneta oscura de Zack permanecía varada y situada de la misma forma en la que la había estacionado en su llegada, justo al lado de mi coche, intuyendo que quizás querían recorrer la reserva por su cuenta a solas y sin comentarlo con las demás.
La curiosidad me invadió por unos amplios segundos, queriendo saber que estaban haciendo pese a que no me concernía en lo absoluto. Sin embargo, mientras Milena me rodeaba con sus brazos y nos cubríamos con una manta, mi estado anímico mejoraba. El susto de la mañana y la angustia que me recorrió por horas se habían desvanecido, y una gran sensación de calma me invadió, deseando disfrutarla mientras sus voces inundaban nuestro entorno.
Cuando el sol se ocultó tras los árboles y las primeras estrellas de la noche se iluminaron en el firmamento, sobre el sendero de tierra distinguí tres figuras masculinas caminando a la distancia, aproximándose hacia el refugio improvisado. Ross destellaba una sonrisa radiante, exhibiendo su ropa deportiva clara y su cabello ondulado salpicado por gotas de rocío. Pero, al examinar a Dereck, sus prendas estaban por completo mojadas, adhiriéndose a su cuerpo como una primera piel y congelándolo a causa de las bajas temperaturas. Sosteniendo su abrigo oscuro sobre su mano, su playera blanca desasía gotas de agua que caían a la superficie, mojando la tierra humedecida, y su cabello azabache empapado mojaba sus facciones delineadas.
Al vislumbrar a Zack, pretendía ocultarse tras la contextura amplia de su hermano y encubrir detrás su espalda una bolsa negra. Para su mala suerte, mi vista de águila la detectó al instante. Caminó expeditivo hacia su camioneta, y la guardar el objeto secreto en el asiento trasero, se aproximó a sus compañeros.
Pese a que su actitud me resultó extraña, mis ojos no se desunían del cuerpo hercúleo de Dereck, inquiriéndome con insistencia porque estaba empapado.
