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Los minutos pasaron convirtiéndose en horas y así se transformaron en días sin sentido

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Los minutos pasaron convirtiéndose en horas y así se transformaron en días sin sentido. Por dos largas jornadas, no había tenido contacto con Sky y tampoco había respondido uno de mis tantos mensajes enviados, lo que causó que la buscara intensamente por todo el campus universitario hasta el cansancio para no obtener resultado. Más que extraño, era preocupante.

Por otro lado, no había vuelto a cruzar palabras o miradas con Dereck. Lo observaba desde la lejanía, con muy poca discreción a decir verdad, pero no recibía una respuesta por su parte, un estímulo que me indique o me haga entender que todo lo sucedido entre los dos no había sido en vano. No me quería preocupar por ello, solo decidí centrarme en mis propios asuntos y olvidarme por el momento todo el desastre que estaba causando en mi cabeza. Él era caos, yo era orden, no éramos complementarios, pero Dereck podía causar desorden en mi alma con tan solo una mirada de esas que penetraban, de aquellas que dejaban huellas, de esas que no podrías olvidar.

Mis padres no se quedaban atrás en todo esto. Eran fastidiosos, densos, me causaban malestar a toda hora y por ese motivo, luego de la fiesta de empresarios, solo volvía a la casa para encerrarme en el cuarto, comer, ducharme y dormir.

Últimamente estaba pasando mucho tiempo recorriendo la ciudad de Los Ángeles a voluntad propia. Desde la primera vez que pise la urbe, solo recorrí una muy pequeña parte y me había quedado con muchísimas ganas de seguir vagando por sus calles.

Mientras me colocaba ropa abrigada y cómoda, recordé las tantas veces que acudí a la playa y había contemplado el gran parque de diversiones, específicamente la enorme noria repleta de luces brillantes y llamativas. Sería una gran pena acudir sola, pero me encontraba en soledad y no podía hacer mucho, la única amistad que había hecho en la universidad no respondía mis mensajes y no entendía el porqué, más bien lo sospechaba.

No me importaba que sea de noche, era fin de semana y aunque mirar una película en la cama sonaba tentador, también quería escapar de mi casa.

Salí del cuarto con normalidad y baje las escaleras para encaminar hasta la puerta principal, pero al ver a Mia atravesando el umbral de la cocina con un pijama enterizo color rosa, contuve una pequeña risa ahogada.

- Son las doce de la noche, ¿A dónde te diriges? - Preguntó con la boca repleta de comida y con rostro extrañado. Sobre su mano, posaba la mitad de una dona bañada en chocolate a medio acabar.

- No tengo sueño y tampoco deseo quedarme en la casa. - Sobre un pequeño modular de madera oscura reposaban mis llaves, las cuales tomé con apuro.

- Tampoco tengo sueño. - Comentó y se acercó a mi paradero - Iba a ver una película de amor cliché para olvidarme unos segundos que mis propios padres me están ignorando por completo y ahogar mis penas en comida.

Estos últimos días fueron sumamente extraños. Ambos me buscaban con constancia, pero ignoraban a su hija mayor sin ningún motivo aparente. jamás habían hecho algo así y comprendía que Mia, al ser una muchacha tan mimada por ellos, le dolía.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now