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(Reescrito)

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(Reescrito)

El sol comenzaba a dispersarse y el sublime atardecer podía contemplarse a través del gran ventanal que yacía en mí habitación. Aun poseía la mirada perdida en el arte natural y, como flashes, los recuerdos de eventos pasados se incrustaban en mi memoria impidiéndome descansar.

– ¿Sam? – Escuché nombrar mi nombre proveniente de las bocinas de mí laptop y con velocidad, torno a la realidad.

Del otro lado de la pantalla, Milena y Caterina, mis mejores amigas de la infancia, se hallaban tumbada sobre una gran colcha amorronada distinguiéndome a través de su cámara.

Quizás haberme quedado estática observando un punto fijo en mi habitación había delatado mis más profundos reconcomios. Pensaba en lo acontecido con gemelos Pierce, en como aun las palabras de Patrick retumbaban dentro de mi cráneo y en la persona que se encontraba husmeando la propiedad la noche anterior. – Aquí estoy – me incliné ante la pantalla y acomodé unos mechones rebeldes que me impedían observar el video llamado en su totalidad.

– Te noto muy distraída – comenta Milena ladeando su cabeza.

– ¿Sucedió algo más? – Cat se remueve.

Habían ocurrido acontecimientos que solo guardaba para mí. Sin embargo, otros, aunque me causaban una pizca de terror, debía confesarlos por mi bien y el de mi familia.

– No – mentí –, solo lo que les comenté esta mañana.

– Es inevitable no pensar en que alguien pueda estar acosando a tu familia, Sam — Se compadeció. Ambas fueron las primeras en informarse sobre aquel sujeto que había encontrado curioseando mi casa. Caterina tomó una fritura y la devoró, crujiendo en el altavoz —. Lo que aun no comprendo es porque no le has dicho a tu padre.

– No encontré el momento – me encojé de hombros –. Cuando él se desocupe de su trabajo, le diré.

– Nos has dicho que tu padre colocó cámaras de seguridad en la casa, ¿verdad? – Asentí – De seguro el desgraciado quedó grabado.

– ¿Y si es una chica? – Milena bebió un sorbo de su café.

– ¿Qué te hace pensar eso?

– En realidad, nada – reconoce observando a su compañera –. Pero Sam dijo que estaba muy oscuro para ver su rostro. Es solo una suposición.

Mi mente había amoldado la figura humanoide que vislumbre dándole un género específico. Pero, al oír a Milena, mis suposiciones cambiaron por completo. Solo recordaba su vestimenta oscura para escabullirse entre los arbustos, pero no su rostro.

– Hablando de suposiciones, ¿Y si solo es otro demente enamorado de tu hermana? – Cat se aproxima a la pantalla con interés – ¿Recuerdas cuando un muchacho no paraba de enviarle regalos en la secundaria y la seguía a todas partes?

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now