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(Reecrito)

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(Reecrito)

Parte 2/2

Mis dedos se aferraban al volante y mis ojos se centraban en el hermoso paisaje ante el parabrisas. Con el coche aún estacionado a metros de la playa, el ruido de los automóviles y las olas colisionando en la costa relajaban cada pequeño nervio de mi sistema. Dentro de mi mente se creó un cumulo de secuencias vividas y cuestiones, cada una de ellas más oscuras que la anterior.

Mi corazón desbocado me exigía piedad cada vez que rememoraba los hechos recientes. Comenzaba a sentirme despavorida y la sed que se instalaba en mi garganta acrecentaba con cada escena que ellos exhibían.

Me resultaba inevitable especular sobre sus acciones y secretos más profundos a estas alturas, y mucho más luego de observar a un Jacob deshecho y caminando con el orgullo intacto hacia la salida. Tan solo recordar cómo la sangre caliente fluía sobre su piel blanquecina y sus pómulos morados, al igual que pequeñas grietas en el arco de su nariz, comenzaban a inflamarse, mi cuerpo tembló.

A causa del impacto que la pelea había creado en mi sistema y permitiendo que las imágenes de ambos batallando en el suelo se instalaran en mis retinas, no podía colocar las llaves en el contacto. El coche permanecía inmóvil al igual que cada una de mis extremidades, entumeciendo mis dedos sobre el volante.

Me exigí tornar a la realidad y examiné la pantalla de mi teléfono móvil, percatándome de que la última clase del día ya había finalizado y era momento de volver a casa.

Cuando intenté encender el coche, un par de voces masculinas y lejanas me impidieron realizar el acto. Roté la cabeza al percibir cada vez más su cercanía, vislumbrando por los parabrisas e intentando detectar el sitio especifico de donde provenían.

A causa de la escasa iluminación vislumbré la escalerilla de piedra, consiguiendo divisar a Ross cargando a Dereck sobre su hombro. La fuerza que él ejercía para que Pierce detuviera sus movimientos bruscos sobre su contextura física era colosal, tanto que podía notarlo titubear en desistir de él y dejarlo desplomar sobre el cemento repleto de arenilla seca.

Dereck causaba que la caminata de ambos se tornara más ardua. Con una botella de vodka casi vacía tendida de una mano y la otra intentando aferrarse al borde de la chaqueta de Ross, comprendo rápidamente que no solo las pequeñas contusiones habían causado un desbalance en su organismo. El alcohol también había sido participe.

- ¡Suéltame, hijo de puta! - gritó, sin embargo, Ross no atendió su reclamo.

Con la respiración agitada y un gran agotamiento físico, detectó una banca cercana que se hallaba a pocos metros de mi coche inmóvil. Caminó arrastrando a su compañero y al intentar asentarlo, Pierce se removió de su aferre hasta soltarse.

- ¡Que me sueltes! Maldito hijo de puta - Dereck se balanceó y bajo los débiles reflectores que alumbraban la carretera, sus gotas de sudor, al igual que sangre seca sobre sus labios rosáceos, resplandecían en su rostro.

Arderás © ✓ (1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora