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(Reescrito)

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(Reescrito)

Hallándome en el transcurso del sueño y la realidad, aprecié la suavidad de unos nudillos rozar mi mejilla acalorada. El dorso de su mano era áspero y cálido, y delineaba la curvatura de mi pómulo como si de un cristal se tratase hasta rozar mi arco de Cupido con sutileza, sin ansiar despertarme.

Sus caricias eran placenteras y me causaban un ligero cosquilleo en la superficie de mis labios, haciéndome dudar si realmente mis alucinaciones no estaban interfiriendo en mi realidad.

Entre abrí los ojos, observando la silueta de Dereck aún en su asiento, ligeramente inclinado hacía mi cuerpo y examinando mi rostro adormecido. Mi visión era borrosa y me resultaba difícil despertar por completo para poder soltar una ligera palabra.

Sentí una ligera presión en mis comisuras. La calidez de sus labios carnosos rozó mi piel sensible con escrúpulo, persiguiendo una línea imaginaria hasta el centro de mis labios y depositar un frágil beso, haciéndome deleitar e inducirme a un sueño profundo.

Me meneé en mi asiento, y abrí los ojos. Los rayos del sol se embutían entre las hojas secas de los árboles y me cegaban, exigiéndome a estirar mi columna y examinar el asiento del copiloto.

Dereck había desaparecido.

Parpadeé confusa, aún sintiendo la suavidad de sus labios sobre los míos como un recuerdo vivido, como si hubiera ocurrido hace solo unos segundos.

¿Me había besado mientras dormía o fue un simple sueño?

Con mis parpados pesados comencé a examinar el interior del coche: el espacio trasero se encontraba vacío, y al palpar el asiento del copiloto, la tela gruesa que lo recubría aún se conservaba cálida, permitiéndome especular el tiempo que me encontraba aquí dentro en su ausencia.

Se había marchado, y no se había preocupado en notificarme. Inspeccioné la pantalla de mi teléfono móvil, haciéndome la ilusión de que quizás un mensaje suyo estuviera esperándome, sin embargo, no había recibido ningún correo por su parte.

Él había descansado parte de la noche a mi lado y al despertar, una vez que tornó a estar lucido comprendiendo lo que lo rodeaba, y cargando una gran resaca, había tomado la oportunidad para irse. La situación dolorosa que había padecido durante mi presencia era inigualable y luego de la bebida blanca, todos los recuerdos que lo atormentaban volvían a su cabeza, exigiéndole un momento a solas.

Deducía que, tal vez, recordaría muy pocas situaciones vividas durante la noche, y aquellas palabras que me había dicho, una vez que yo abriera la puerta del coche, se irían con el viento.

Retorné a estirar mi columna vertebral, amoldándome a las pequeñas dimensiones del interior, froté mis ojos y encendí el motor del coche.

Mientras conducía, los recuerdos imprecisos de su mano acariciando mi mejilla se plasmaban en mi memoria causándome un ligero rubor en mis pómulos. Aferré el interior de mi labio con mis dientes consultándome reiteradas veces porque había acunado su palma en mi mejilla, e intentando descifrar si aquel beso fue real o mi imaginación se elevó a su voluntad.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now