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Me sentía ahogada entre cuatro
paredes, mis manos sudaban sobre mis muslos y me notaba impaciente, tanto que no dejaba de dar pequeños golpecitos con el pie sobre la cerámica reluciente.

Quería hacer oídos sordos, pero mi lado masoquista me incitaba a que escuchara cualquier sonidos proveniente de la planta alta. En ocasiones, la risa exagerada y chillona de Lyn se lograba escuchar hasta el living, pero no había ninguna señal de Dereck. Solía mirar con discreción las escaleras esperando que bajara y me explicara aquello que quería decirme, pero nada sucedía, mi espera sería eterna si no fuese por la torrencial lluvia que no dejaba de caer.

Zack me había preparado otro café caliente y encendió la gran chimenea, a pesar de que se había sentado en el sofá enfrentado, sentía que sus intenciones no eran amigables. Me dialogaba sobre varios temas al azar, me hablaba acerca del partido de fútbol que sería en solo días, en la fantástica rutina de las porristas, en que el equipo "The Blues" debía ganar y luego, me comentó que por la mañana había comido pasta. Sus temas de conversación cambiaban a cada minuto y no tenía deseos de responder, no porque no quisiera, simplemente me sentía frustrada.

Cuando el viento paró y la llovizna comenzó a ser más escasa, me vi obligada a salir de la casa de los Pierce, por lo que con total calma recaude mis objetos dispersos por la mesa ratona, los guardé dentro del bolso y pedí a Zack que me escoltara a la entrada. Me entregó muy amable un pequeño paraguas gris y lo tomé con gusto, ya que había recordado que hace horas atrás uno de los motivos por el cual me encontraba perdida, era éste. Al avanzar por su hermoso jardín verde, escuchaba como las pequeñas gotas golpeaban la tela impermeable y chocaban sobre el delgado pastizal ocasionando paz mental.

Al llegar a mi coche, quité la alarma y abrí la puerta trasera para dejar con cuidado el pesado bolso sobre el asiento. Se me dio por mirar por última vez la gran casa, específicamente hacia una ventana del primer piso que había llamado mi atención. A pesar de que la ventanilla se encontraba cerrada, podía ver qué una persona me observaba a escondidas detrás de la cortina, se podía divisar sus dedos sosteniendo la tela blanca y como pequeños mechones de cabello negro sobresalían, al instante me percaté de que esa persona era Dereck.

Como una tonta y sin ser sigilosa, me lo quedé observando obviando el hecho de que la lluvia había comenzado a caer más fuerte como lo estaba haciendo anteriormente y mis zapatos se estaban empapado. Divisé su movimiento corto y lento, se encontraba cerrando la cortina por completo y desapareciendo de mi visión. Su mano jaló de la tela y todas aquellas pequeñas partes de su cuerpo que todavía notaba, habían desaparecido por completo.

Aún de pie mirando hacia la ventana, mi corazón me suplico esperar por solo unos segundos en que volviera a aparecer y mirarlo por una última vez, pero mi mente me gritaba y ordenaba que subiera al coche ya que  podía agarrar un resfriado en cualquier momento. También, me hacía pensar en lo tonto que él se veía haciendo ese acto, no tenía sentido alguno.

Arderás © ✓ (1) Where stories live. Discover now