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Al estacionar el coche al lado de la acera, mis manos no querían soltar el volante, sudaban por la presión que ejercía y mis ojos miraban a un punto fijo

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Al estacionar el coche al lado de la acera, mis manos no querían soltar el volante, sudaban por la presión que ejercía y mis ojos miraban a un punto fijo.

Respiré profundo y exhale soltando toda la tensión, miré lentamente hacia la ventanilla del copiloto donde se podía ver con claridad la casa de los Pierce y mordí mi labio inferior preocupada, no tenía deseos de cumplir el propósito de Zack, pero ya había aceptado su petición de hacer el trabajo juntos.

Cargué mi bolso y salí del coche con cuidado sintiendo como pequeñas gotas de agua golpeaban partes de mí cuerpo, observé el cielo grisáceo y noté como la llovizna comenzaba a caer lentamente por lo cual, cerré la puerta del coche con alarma y caminé con prisa hasta la gran entrada techada. Divisé mejor el porche, la cerámica blanca reluciente hacía juego con los grandes ventanales de cristal y la puerta principal, al ser tan grande y monumental, me causaba solo un poco de pavor.

Toqué el portero y me alejé un poco de la puerta de entrada. Escuché el sonido de un rayo caer a la distancia y voltee a mirar hacia aquella dirección como las gotas comenzaban a caer con más fuerza que antes, el viento se volvía más helado causando que las ramas de los cuidados árboles de la zona se balancearan de un lado hacia el otro y a su vez, me causaba escalofríos.

- Samanta - Escuché una voz conocida y voltee. La puerta se encontraba a medio abrir dejándome ver a Zack completamente despeinado y con ropa desarreglada, hasta podía confirmar que traía puesto su pijama de invierno - No pensé que vendrías tan temprano. Adelante, pasá que hay mucho viento afuera.

Abrió la puerta por completo y se colocó detrás de ella dejándome el camino libre. No lo dude ni un segundo que ya me encontraba dentro de su gran casa, escuché como la cerró con seguro y caminó hasta un pequeño aparador de roble oscuro para depositar allí las llaves. Examiné todo a mi alrededor, me llamaba tanto la atención ver el lugar despejado y no como la última vez, repleto de jóvenes con alcohol en sangre.

Zack apareció a mi lado mientras soltaba un gran bostezo y caminó unos pasos hacia el interior, volteó y con su mano me indicó que lo siguiera, lo cual hice al instante. Nos dirigimos al salón principal, dónde grandes sofás de cuero blanco ocupaban gran parte de la sala, ramos de jazmines se situaban en varios puntos del cuarto y una desmesurada televisión te hacía quedar boquiabierta.

- Puedes dejar tu bolso aquí e ir sacando tus libros o lo que sea necesario para comenzar el trabajo - Sugirió y me sonrió animadamente - Iré a la cocina un momento y buscar algo para comer, también preparar café caliente... Si quieres puedes seguirme.

Asentí con media sonrisa y él me la devolvió. Caminé con cuidado hasta el sofá más cercano y deposité el pesado bolso sobre el cuero frío, abrí el cierre para comenzar a colocar un par de libros, hojas sueltas y bolígrafos sobre una mesa ratona de vidrio negro que se encontraba en el medio de la lustrosa sala. Por el rabillo del ojo lo ví encaminar hacia la cocina y me dispuse a seguirlo, pero la gran televisión llamo mi total atención haciendo que me quedara estática, noté al instante que lo que allí se plasmaba era el canal de noticias de la ciudad y por el momento, se encontraban mostrando la información meteorológica que por lo visto, la lluvia no será tan intensa por la tarde.

Arderás © ✓ (1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora