Capítulo XIX

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-          Es como una página en blanco, no recuerda nada de lo que hizo, y tampoco sabe de dónde sacó el arma.

J'onn se cruzó de brazos con una expresión severa. No le hacía ninguna gracia el atentado ocurrido contra Lyla, que desde niña había sido una especie de protegida para él. Kara estaba bastante segura de que no le habría hecho nada al muchacho confundido que miraba todo a su alrededor con ojos desorbitados en la sala de interrogatorios, pero la forma en lo que lo veía podría haber incitado a cualquiera a pensar lo contrario.

-          Significa que alguien lo obligó – apuntaló Lena, no mucho más contenta que él –. Habrá que ver de quién se trata y de dónde ha podido sacar la kryptonita. La habíamos exterminado por completo.

-          ¿Aún tienes el rastreador? – preguntó Kara.

En una ocasión, Lena había construido una máquina capaz de detectar la radiación de la kryptonita en un rango de muchos kilómetros a la redonda; la misma les había ayudado a repeler todo rastro de tan aborrecida piedra, o eso habían creído.

-          Está en el departamento – dijo. Teniendo una hija y una esposa a las que habría podido perder, consideraba que el rastreador debía quedar preferiblemente al alcance de cualquier emergencia –. Podemos ir a buscarlo y salir a recorrer las cercanías. No creo que el causante de todo esto esté fuera de la ciudad...

-          ¿Crees que CADMUS...? – Preguntó Kara.

-          No, CADMUS ya no existe – replicó Lena, apretando los labios, y ante la extrañeza de los otros, se encogió de hombros –. Hace mucho que no sabemos de mi madre.

-          Pero puede estar escondida en alguna madriguera – opinó Kara –. ¿Qué hay de tu hermano?

-          ¿Lex? – Lena ladeó la cabeza –. Lleva años pudriéndose en la cárcel. Y se rumorea que perdió la cabeza. No para de decir el nombre de Superman y darse la cabeza contra las paredes.

Kara suspiró y se pasó una mano por el cabello. Tenían una lista demasiado larga de enemigos que habrían podido tener algo que ver en el asunto, pero lo más preocupante no era el ataque en sí, sino las circunstancias del mismo. No habían atacado a Firefly, sino a Lyla, y no había sido en un sitio cualquiera; sabían dónde hallarla.

-          Mañana lo haremos – decretó, carcomida por la ansiedad –. No quiero dejar a Lyla por su cuenta durante mucho tiempo más... No debimos permitir que se quedara.

-          Debía limpiar los platos rotos – señaló Lena, aunque se notaba que ella también había reflexionado mucho al respecto, y tampoco le gustaba estar allí y no con su hija –. Ese es otro asunto pendiente... ¿qué haremos con la niña?

La última palabra la dijo con una ponzoña difícil de pasar por alto.

-          No puedo volver a borrarle la memoria – decretó J'onn –. Su mente humana podría sufrir un daño irreparable...

Lena suspiró y Kara miró al techo de brazos cruzados. Ya lo sabían, por eso se habían empeñado tanto en impedir que Lyla se delatara con Estela. Ahora no podrían intervenir tan terminantemente.

-          No será tan simple alejarla esta vez – dijo Lena con amargura. Desde el momento en que salieron de la propiedad de los Browning, Kara percibía parpadeos de una vibra poco amigable a través de su vínculo; como si Lena hubiese descubierto algo perturbador que le hacía hervir la sangre de un enojo que iba aparte del de ver a su hija atacada –. Hay otros... intereses de por medio.

Carraspeó y miró a su esposa como queriendo derribarla con los ojos. Kara retrocedió; sabía que esa clase de saña no iba dirigida a ella, pero en pocas ocasiones había visto a Lena tan alterada. Esa era la mirada que solía advertirle que lo más seguro era fingir que la necesitaban en la ciudad y salir volando lo más rápido posible. Pero esa vez no podía hacerlo, así que clavó los pies en el suelo y esbozó la sonrisa más tranquilizadora que sus labios pudieron formular.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora