Capítulo XXIII

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Unas horas antes...



Lyla se sentó al borde de la cama y apoyó las palmas de las manos sobre las sábanas, encorvándose hacia adelante. Sus pies tocaron el suelo frío del apartamento, ofreciéndole un contraste exuberante con la calidez que colmaba su piel desnuda y sonrojada.

Se estremeció cuando una mano tibia recorrió su espalda, acariciándola con extremada suavidad. Cerró los ojos y exhaló adormecida por el contacto, perdiéndose en él con todo su ser. El aliento cálido de su acompañante rozó su hombro derecho, y pronto sintió su mentón apoyarse en la curvatura de su cuello, así como uno de sus senos sobre el omóplato.

-          ¿Por qué no vuelves a dormir? Es muy temprano. Al menos un día, Lyl...

-          No puedo dormir. Ya me desperté del todo – replicó Lyla, volviendo a abrir los ojos y, con ello, retornando a la realidad.

El sol que entraba por la ventana le iluminó medio rostro. Su radiación siempre la hacía sentir más activa y fuerte. Removía sus células kryptonianas y le impedía siquiera considerar la posibilidad de relajarse tal como Estela le pedía.

-          ¿Piensas en tu madre? – inquirió la joven detrás de ella.

Lyla apretó los dientes. Sí, en ella y en todo lo demás. A pesar de que no respondió, Estela supo que era así.

-          Al menos deja que te distraiga... Vamos – Los labios de la castaña comenzaron a recorrer su cuello y su hombro.

-          No, tengo que ir con Tucs a entrenar – dijo Lyla, apartándola sutilmente y yendo a por su ropa.

Estela se sentó de piernas cruzadas sobre el colchón mientras la veía vestirse.

-          ¿Por qué me miras así? – inquirió Lyla, prendiéndose los jeans.

La otra exhaló.

-          Comprendo que la estás pasando fatal, pero a veces me cansa ser tu concubina secreta, ¿sabes?

Lyla frunció el ceño y se calzó una bota.

-          ¿Pero qué dices?

-          ¿Acaso no soy eso? – preguntó Estela –. ¿Un juguete con el que te distraes para escapar de todo lo demás? Me gustas mucho, Lyla, y hasta hace poco creí que yo también te gustaba... Al menos de una forma menos fría que esta.

Lyla la miró al percibir un deje de angustia contenida tanto en su voz como en la vibración de su foco.

-          ¿Te parezco fría? ¿Luego de...?

-          No, qué va – Estela ladeó la cabeza y se permitió una pequeña sonrisilla –. Eres la amante más apasionada que he tenido, Danvers, pero ya no eres la que conocí. ¿Sabes lo que me interesó de ti desde el primer instante?

-          ¿Mi lado alienígena?

-          Eso sí es frío – la regañó Estela –. ¿Me crees esa clase de persona? Mejor ni contestes. Parece que ese radar de almas tuyo está un poco descalibrado, cariño – saltó de la cama y caminó hasta ella, colgándose de su cuello –. Fue tu sensibilidad lo que me atrajo, Lyla; el cómo te comportas con todo el mundo; no eres oportunista como el resto, y los demás te interesan genuinamente, o eso pensaba. Últimamente te noto más distante... Ya no eres tú. Vienes aquí cada noche levantando quién sabe cuántas barreras para proteger el bienestar de tu madre, y a la mañana te vas sin despedirte. Ya he salido con muchos canallas, pensé que tú eras diferente.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Where stories live. Discover now