LIX

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Lena soltó un suspiro y cambió el peso de pierna. Estaba de pie frente a la ventana, contemplando la ciudad encendida por las luces de los edificios y los autos. La calidez y el entusiasmo de los focos ajenos, ahora empañados por el temor y el nerviosismo, aún entibiaban su propio foco.

- Se han animado— declaró en voz alta.

Kara se removió sentada en el colchón. Se tomó las manos sobre los muslos y apartó los ojos hacia uno de los retratos de ella y Alex que colgaba de la pared.

- ¿Las estabas observando?

- Sí. Y Lyla también. Sé lo que estás pensando, pero también sé que te preocupaba lo que pudiese suceder.

- No tanto como crees.

Lena se volvió y le lanzó su típica mirada de "recuerda que estás hablando conmigo" para que no gastase saliva en mentiras insignificantes.

Kara esbozó una pequeña sonrisa de lado.

- Recuerdo esa chispa— soltó Lena—. Percibirla en ellas me la trajo de vuelta. Ojalá pudieras sentirla también.

La otra joven la miró fijamente.

- ¿Te refieres a su chispa o a la nuestra?

Lena exhaló.

- Un poco de ambas. ¿No echas en falta el puente? Fue en un apartamento igual a este donde surgió. La primera vez que me dijiste que me amabas.

Kara asintió.

- Y mira todo lo que ha sucedido entre medio...— siguió Lena—. Parece que fue hace siglos— sonrió con tristeza—. El amor no dura para siempre, después de todo.

- No pretenderás que crea que no sabes lo que siento por ti todavía.

- No es lo mismo que antes. Ya no hay un puente entre nosotras: solo un muro impenetrable. Y lo has creado tú con ladrillos de sufrimiento, dolor y arrepentimiento. Aún no comprendo cuándo dejaste de creer que yo te aceptaría de cualquier manera, hagas lo que hagas y a pesar de todo lo que debiste cumplir en contra de tu voluntad.

- Puedo asumir la culpa.

- No te pido que lo hagas— Lena soltó el aire y se sentó al otro lado de la cama—. Solo... no seas tan fría conmigo, por favor. No me importaría la distancia que nos has impuesto si no me estuvieses tratando como si fuese tu enemiga. ¡Como se trataban nuestros yos de este lugar!

La petición de Lena, o la forma en la que la expuso, fueron un fuerte golpe al ánimo de Kara, que cerró los ojos y se pasó las manos por el rostro, agotada, triste y, por sobre todo, dolida.

- Me encantaría ser como ellas. Amaría que una mentira como la que las enemistó fuese el único cargo en mi conciencia. Joder, ¡qué fáciles serían las cosas! Podría mirarte sin que me corroyera cada imagen fatídica de mi tiempo con Ramagena.

Lena se acercó aún más en la cama.

- Tienes que hablar de eso, Kara. Te está destruyendo... Si no es conmigo, al menos con Alex, o con Cat o Mel. Hay heridas más complicadas que las que te acercan a la muerte; las hay que te hacen morir cada día y a cada minuto. Si no lo solucionas por ti, al menos hazlo por mí y por tu hija. Nos parte el alma que estés así. Recuerda que no somos como los demás, y que por eso tu suplicio puede convertirse en el nuestro.

Kara miró al techo.

- Créeme que lo sé. Y preferiría que jamás me hubiesen encontrado.

Lena alzó las cejas.

- ¿De verdad piensas eso?

Kara la miró. Durante los años que vivieron juntas, había aprendido que preguntas como aquella eran una especie de advertencia de su esposa: una oportunidad para retractarse o pensar en una mejor respuesta, porque ella ya sabía sin el menor espacio de duda qué era lo que pasaba por su foco.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Where stories live. Discover now