LXXI

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No había sido fácil convencer a todos, pero ahora el plan era un hecho. Estaba en curso, y Lyla solo podía prepararse para lo que pudiese hallar del otro lado. La compañía de sus gemas la tranquilizaba, pero aun así, sabía que en aquel lugar desconocido, por primera vez desde su nacimiento, se encontraría un tiempo prolongado sin sus poderes. Eso resultaba apabullante, quizás más que el hecho de morir.

Abrió el grifo y la lluvia sintética cayó por su cuerpo. Era tibia y olía a tierra, como un chaparrón selvático de Temiscira. Aspiró aquel recuerdo de su infancia que le permitía la tecnología hurniana y miró al techo, hacia los sensores y los dispositivos de aseo. Las palabras de su familia aún latían en su conciencia. Había pasado un buen rato discutiendo con Estela, y luego con sus madres. Cerró los ojos y revivió la escena vívidamente.

- ¿Es que no podemos tener un respiro de todo este padecer y padecer hasta ya no poder aguantar un segundo más? - había dicho Estela luego de que Notela explicara su sugerencia- Tú... Tú no puedes estar considerándolo seriamente. Me niego, me niego a seguirte el rollo.

Estaban encerradas en la pequeña habitación donde habían internado a Lyla. Estela daba vueltas como una lunática, los ojos desorbitados, el ánimo entumecido. Lyla la seguía con resignación, pues ya había pronosticado esa clase de arrebato.

- Ela, aguarda...

- ¡No, no tiene ningún sentido!- Estela entraba progresivamente en pánico-. Si algo sale mal, estaremos perdidos de todas maneras. Lyla, tiene que haber otro modo...

- Sería genial, pero por ahora no es así.

Estela se detuvo y la miró directamente, de forma intensa. Lyla hubiera deseado averiguar qué pasaba por su mente, pero como no estaba dispuesta a invadirla, se limitó a cambiar el peso de pierna y aguantar su ataque silencioso, más doloroso que la mayor parte de los golpes físicos que había tenido que aguantar.

- No nos quedan alternativas...- hizo una pausa indecisa-. Todo va a salir bien.

La puerta se abrió. Por ella entraron en refilón Kara, Lena y Alex. Lyla se preparó para sus quejas, que no tardaron en llegar. Lena no tenía buen aspecto, lo que daba a su reprimenda algo más de severidad.

- Ni siquiera pienses en considerarlo - le advirtió a su hija -. No estamos para andar jugándonos la vida por tonterías.

- No es una tontería - rebatió Lyla -. Es nuestra única oportunidad de mejorar, mamá...

- Escúchela, señora Luthor - Inaldor apareció junto a Lyla. Era quien había contado el plan a las Danvers - Luthor, porque Lyla en persona se había negado a hacerlo debido a una escena como aquella -. Es más razonable que muchas cosas que ya se han hecho en esta guerra.

- Mi hija no va a morir en vano- recalcó Kara, firme.

Lyla resopló. En aquel momento se había sentido como una niña. Hacía mucho que sus madres no le prohibían algo tan contundentemente.

- No moriré, ¡vamos! ¿Por qué accedería si así fuera? ¿Por qué me lo ofrecerían siquiera?

Su familia guardó silencio. Estela se adelantó y apretó su mano. Era un apretón firme para lo escasa de fuerzas que aún se encontraba.

- ¿Cómo pueden asegurar que te traerán de vuelta, si ni siquiera Notela ha visitado ese... "otro mundo" en mucho tiempo?

Se había calmado un poco, pero seguía alterada. Lyla habría deseado abrazarla y solucionar su malestar a base de palabras tranquilizadoras. Pero la única forma de tranquilizarla era ceder, y no pensaba hacerlo.

- No importa lo que digan. Desde el inicio de esta guerra, he hecho lo que ha sido necesario. Incluso me alejé de casa por más años de los que resulta soportable. Me alejé de ustedes.- Miró enfáticamente a Estela antes de continuar-. No dejaré de sacrificarme hasta que Neriza desaparezca.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora