Capítulo XXXVII

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-          Recibí un mensaje de las Waveriders dos y tres, capitana. La capitana Sharp y el capitán Rory concluyeron sus respectivas misiones. Piden permiso para abordar.

Lena y Lyla miraron a su alrededor al oír la estridente voz de la computadora. El lugar era bastante más pintoresco que la nave en la que ellas viajaban, y la tecnología dentro era astronómicamente avanzada. Si Lena no hubiese estado sacudiéndose aún el rencor y la desesperación de las noticias recibidas, se habría estado paseando por allí como una pequeña por una fábrica de juguetes.

-          Permiso concedido, Guideon – replicó Laurel –. ¿Tuvieron éxito?

-          Así es, capitana – contestó la computadora –. No hubo bajas en las comitivas.

-          Excelente – asintió Laurel –. Parece que estaremos cargados para este viaje.

-          ¿Viaje? – inquirió Lyla –. Creí que nos reuniríamos aquí, en este planeta.

-          Sí, pero hablaremos de algunos planes a futuro – dijo Oliver –. Si gustan sentarse... Pronto los otros equipos se nos unirán.

Se posicionaron todos alrededor de una mesa redonda. Lyla miraba en todo momento a su madre, esperando que se quedase así de tranquila. Su actitud contra las Leyendas la había tomado por sorpresa; aún no tenía ocasión de dilucidar de qué forma había cambiado luego de su evolución, pero de seguro que lo hizo de alguna manera. Temía que, pese a todo, Lena no fuese ella misma. Y era más que un temor, considerando lo que le dijo cuando estuvieron encerradas en su mente. Un ente salvaje, primitivo, se encerraba dentro del Númex. Uno que Lena no podía controlar, y quizás nadie pudiese.

Las compuertas de la nave volvieron a abrirse, y un grupo de personas se introdujo en la sala común. Los encabezaba una mujer rubia, alta, de porte erguido y ojos duros. Estaban vestidos de forma muy extravagante, con trajes con volantes, lentejuelas y perlas que brillaban. Las telas estaban desgarradas, y algunos de ellos presentaban cortes y rastros de mohín en el rostro. La mirada de la rubia se clavó con dureza en Lena y en Lyla.

-          Ava, qué gusto que estén bien – dijo Laurel –. Siéntense con nosotros, tenemos temas que discutir. ¿Cuál es el informe?

Ava se tomó su tiempo para quitar su afilada atención de las dos polizonas.

-          Realizamos la inspección sin mayores dificultades, con dos pequeños contratiempos que no tardamos en arreglar. Sary borró la memoria de los guardias del palacio de Gondorf. No sabrán que estuvimos allí.

-          ¿El objetivo?

-          De eso nos encargamos nosotros – dijo un hombre de apariencia ruda, calvo, con una mirada oscura pero un foco muy cálido –. La chica está chiflada, de eso no hay duda.

-          ¿Puedes ser más específico, Rory? – pidió Felicity.

-          La reina contrató a toda clase de médicos y especialistas para que la analizaran – explicó Ava, avanzando y sentándose junto a Oliver –. Parece que ve fantasmas.

-          Residuos de la atemporalidad de la nave que explotó – intervino uno de los recién llegados, de piel oscura –. Eso pudo enfermarla.

-          Aguarden un minuto – Lyla se puso de pie –. ¿El objetivo del que hablan... es mi madre?

Las miradas de las leyendas se enfocaron en ella.

-          Así que tú eres la hija de esa asesina maniática – escupió Ava con desprecio –. Pensar que aún puedes llamarla así...

-          Cuidado con lo que dices – Lena se incorporó.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Where stories live. Discover now