Capítulo LIV

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Kara se agarró la cabeza, enardecida de impotencia. ¡Lena no podía ser tan imprudente como para haberse ido tras Ramagena, no se atrevía a dar cabida a esa posibilidad!

Pero estaba tan enojada cuando se fue... Era de suponerse que hubiese accedido a sus recuerdos, cosa que en el pasado solo Lyla conseguía. Los alcances de su evolución le desconcertaban. Pero más aún el cómo la había cambiado.

Corrió hacia el interior de la propiedad, aguzando el oído para encontrar a Lyla. En el camino se cruzó con Amelia.

-           ¡Eh, pero mira cómo has quedado!— rió su mejor amiga—. No me digas, ¡hoy te toca dormir en el sillón!

Aunque últimamente y más que nunca Kara apreciaba lo despreocupada que se mostraba ante todo aún con lo antipática que ella se había comportado desde su reencuentro, no tenía tiempo para seguirle el juego.

-            ¿Dónde está Lyla?— inquirió, angustiada.

Amelia se preocupó al percatarse de su actitud.

-            Está con Estela desde hace horas, ¿por qu...?

Kara de marchó con un soplido antes de dejarla terminar. Sabía dónde hallar a Estela: la había visitado en un par de ocasiones esos días.

Abrió la puerta sin tocar y se lanzó hacia el interior.

-            ¡Lyla, necesito que...!— se detuvo desconcertada.

Lyla apenas permanecía en pie con ayuda de sus gemas y de Estela. Estaba sumamente pálida y bajo sus ojos se alojaban dos grandes pozos negros y opacos, símbolo del más fehaciente agotamiento. La debilidad era visible en cada uno de sus gestos y movimientos. Jamás la había visto así.

Estela, por su parte, estaba más revitalizada que nunca: era como verla en sus mejores tiempos. La piel lozana y suave, el cabello largo, sano y lustroso. El rostro rejuvenecido: los ojos brillantes y atentos.

Parecía como si Lyla le hubiese cedido su salud y absorbido su debilidad.

-             Mamá... Prometo que se ve peor de lo que es.

-             De hecho— intervino Anilah—, se ve mejor. Joder, señora Danvers, le juro que intentamos disuadirla... Su hija es una cabeza dura.

Kara entreabrió los labios y volvió a cerrarlos. A la velocidad de la luz, tomó a Lyla en brazos y la depositó en la cama.

-              Espero que no hayas hecho lo que parece que hiciste— dijo con gravedad.

Lyla sonrió débilmente.

-               Estoy demasiado cansada siquiera para analizar tu foco, pero ya veo lo que me vas a soltar. ¿Puedes dejar la regañiña para después? Estoy segura de que con mi otra mamá me dará de sobra. ¿Dónde está? Vaya, mírate... sí que se desquitó contigo. Te ha dejado como chupete de piraña, ¿eh?

Soltó un par de risas convulsas ante su propio chiste, y luego tosió. Kara la contempló con seriedad.

-               Esto es serio, ¿cómo se te ocurre hacer algo así en un momento como este?

-               Estamos bien escondidos, mamá. No te ahogues en un vaso de agua. Cómo cambian las cosas... Tú siempre eras la positiva.

-               ¿Vaso de agua?— exclamó Kara—. ¡Este es el maldito océano durante un maremoto! ¡Lena se fue! ¡Abrió un portal y se largó a quién-sabe-dónde!

Lyla se sobresaltó.

-              ¡Que se fue! ¿Cómo que se fue? ¿Por qué?

Kara se quedó en blanco. No había hecho el cálculo correctamente... No esperó tener que revelar la verdad a su hija. Pero si la seguridad de Lena dependía de eso, al final no le quedaría otra opción.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Where stories live. Discover now