Capítulo LII

256 34 22
                                    

- Pero... no lo entiendo— dijo Dinahia—¿Por qué luchan de esa manera?

Kara y Lena intercambiaban golpes sin cesar, con una velocidad tan asombrosa, que los ojos de los humanos que atestiguaban su enfrentamiento no eran lo suficientemente ágiles como para apreciarlo.

- Han adquirido el hábito poco ortodoxo de resolver así sus disputas— contestó Cat.

- Vaya...— Dinahia ladeó la cabeza y se cruzó de brazos—. Si hiciera eso con Ryvy, no tendría la menor oportunidad de ganarle.

- Bueno, no te creas que Kara sí la tiene—rió Amelia—. Si Lena quisiera, la tendría en el suelo en menos de tres segundos, pero se está divirtiendo con ella. ¿No ves que ni siquiera ha tenido que recurrir al Númex?

Lyla, por su parte, se sentía algo preocupada. No era la primera vez, como bien observaron sus tías, que sus madres resolvían así las cosas, pero para ese entonces, ninguna de las dos era la misma. Percibía, tanto en Lena como en Kara, un instinto de pelea y una necesidad sanguinaria tan atroz, que no podía evitar preguntarse si el amistoso entrenamiento no acabaría por írseles de las manos.

- Yo no me preocuparía tanto por eso— le dijo Alex cuando se lo comentó—. En última instancia, lo que están haciendo es descargar frustración, y de la forma más saludable que podrían.

- Vale, aunque creo que no es la forma más saludable precisamente... — opinó Lyla, haciendo un gesto—. Habrá que preguntarle a Febn' Hurn si tiene a algún buen psicólogo a la mano. Por todo lo que vengo recibiendo de sus focos, necesitarán al cuartel más especializado de todo Waven' Hurn en salud mental.

- Ay, cariño... todos necesitamos la misma cosa— señaló Cat, que las escuchaba—. Si yo no hubiese aprendido a canalizar el estrés del trabajo a través de la meditación herbácea, no sé de qué manera habría logrado vivir cinco años seguidos en esa nave repleta de buenos para nada— miró a Alex y a Amelia, que habían alzado una ceja—, claro, con reducidas excepciones. Pero en fin, que a la larga no hay meditación que te valga.

Kara cruzó los brazos frente a su rostro para amortiguar la descarga de Lena, que ocurrió con todo el impulso de una caída en picado. Generaron un cráter astronómico en el suelo, y las mujeres que permanecían cerca tuvieron que inclinarse para no perder la estabilidad cuando la tierra bajo sus pies se agrietó.

Para ese entonces, la mayor parte de los residentes de la casa se habían enterado de que algo sucedía. Incluso Febn' Hurn salió de sus aposentos para averiguar la fuente del escándalo que hacía temblar su morada.

El hurniano soltó unos cuántos improperios en su idioma y sacó de su bolsillo un pequeño control remoto.

- ¡Por los malditos cuernos de Waven!— gruñó, presionando varios botones— ¡Estas terrestres son menos sutiles que un cañón de esferas gama! ¿Es que quieren que nos descubran?

Un campo de fuerza de entretejido dorado se formó en torno a las combatientes. Kara fue la primera en chocar contra él al ser arrojada, y así descubrieron que ni siquiera el sonido podía traspasarlo.

- Ahora sí, pueden ponerse todo lo brutas que quieran— dijo Febn' Hurn, satisfecho y mejor dispuesto a contemplar el espectáculo—. Tengo entendido que son pareja, ¿no es así? ¿Cuál es la ocasión? Reinbull, dime, ¿es esta alguna clase de ritual de apareamiento terrestre?

Amelia y Alex explotaron en una risa nasal.

Reinbull, un pequeño robot asistente con apariencia muy similar a la de una abeja, soltó un pitido antes de responder.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu