Capítulo IX

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Lyla atajó un par de alienígenas y se los lanzó a Diana, que tras cazarlos con el lazo de la verdad, los envió directamente a los puños de Clark. Más abajo, Arthur clavó su tridente en la espina dorsal de un atacante al que aguantaba debajo de la bota, y Barry Allen lo salvó de un golpazo que iba a recibir de otro. En otra zona del cielo, Kara y Lena luchaban como una sola, sosteniendo a diez de aquellas criaturas a varios metros del suelo y provocando que se chocaran entre sí mientras que daban golpes a uno que tenían agarrado. Bruce iba en su avión, lanzando misiles aquí y allá. J'onn, por su parte, trabajaba en equipo con el capitán maravilla y con Hal. Donna Troy y Conner Kent se hallaban más apartados, aguantando como podían la fuerza descomunal de sus adversarios.

Más y más miembros de la liga iban llegando y sumándose a la lucha. Los invasores eran muy fuertes, es cierto, pero no podían hacer mucho contra tantos héroes en conjunto. La liga cada vez ganaba más terreno.

Lyla se estaba divirtiendo, no podía negarlo. Era la primera vez que luchaban todos juntos, y eso le parecía, como habría dicho su tía Mel, "la bomba".

En tanto arrojaba un par de alienígenas al suelo y esquivaba un rayo proveniente de alguna de sus armas, buscó el foco de Estela, que según creyó ya debía estar cerca del bar, y se alarmó considerablemente al percibir su miedo y urgencia.

-          ¡LYLA! - Se oyó de inmediato. 

Dio una patada a un nuevo agresor que se le venía encima y salió disparada hacia su amiga, que según alcanzaba a ver en la lejanía, se enfrentaba a un grupo de tres matones intergalácticos.

Lyl, cariño...- La voz de sus madres en forma de Númex ingresó a su conciencia-, ¿quién es esa chica? Te preocupa como si la conocieras...

¡Eh!- se quejó Lyla-, ¿cómo era eso de que no nos metíamos en los focos ajenos?

Dadas las circunstancias, podemos saltarnos algunas reglas- replicaron sus madres.- Sobre todo si se trata de no perderte de vista durante la batalla.

Lyla sintió que se movían hacia ella, probablemente para ayudarla, pero ya había alcanzado a los alienígenas, y no estaba dispuesta a dejarles más que las sobras. El hecho de que esas bestias hubiesen querido acabar a su amiga la enfurecía.

-          Eh, brutos- dijo, aterrizando frente a Estela con los puños en la cintura-, ¿por qué no danzan con alguien que les pueda seguir los pasos?

Uno de ellos rugió y le apuntó con un revólver de luz amarilla. Lyla tomó a Estela en brazos, esquivó el disparo y se dirigió al cielo, donde acababan de aparecer sus madres fusionadas.

A lo lejos, la lucha se tranquilizaba. Los miembros de la liga habían conseguido apresar o someter a la mayoría de sus contrincantes, y para entonces los metían a todos en una gran jaula que elaboraban Hal y otros linternas que acababan de arribar.

¡Déjanoslos a nosotras!- Exclamaron Kara y Lena, arrojándose a los últimos tres alienígenas.

Lyla sonrió al ver desatarse el poder de sus madres, que se posicionaron frente a sus enemigos y, levantando las manos al frente, lanzaron su primer y decisivo ataque. Las enormes y fieras bestias cayeron de rodillas, quejándose de dolor y revolcándose sobre la hierba.

Clark y Diana se arrimaron a ellos, y la segunda, tras esperar unos momentos a que los alienígenas se viesen lo suficientemente impedidos bajo el estrujón helado de sus órganos, los apresó con su lazo espalda con espalda.

Lyla aterrizó delicadamente y depositó a Estela junto a ella, viendo cómo sus madres se separaban y se acercaban con sendos gestos de innegable curiosidad.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora