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Kara se recostó contra las gradas entre Alex y Amelia, tensa y expectante. Abajo, su hija y su esposa, irreconocibles, avanzaban con serenidad hacia la implacable Alaska, cómo algún día - según temía- ocurriría con Neriza.

La presencia de la diosa no le brindaba la mayor de las tranquilidades, pero al menos estaba convencida acerca de que sus intenciones no eran malignas, o por lo menos eso aparentaba.

Sería una compañera de lucha mucho más formidable que ella o Diana para Lena y Lyla, eso había que admitirlo. En cuanto a los daños que probablemente recibirían, Kara misma comprobó una y otra vez que las heridas recibidas, y no las evadidas, son lo que hacen más fuertes a los combatientes.

Observó el primer ataque de Alaska, y cómo White Númex lo frenaba con los antebrazos sin cambiar su expresión inquebrantable. La cabellera blanca, que le llegaba hasta los pies, recibió todo el estallido del ataque, dispersándose hacia atrás, y la barrera que protegía las gradas emitió un fuerte sonido de onda expansora que ellos sintieron muy claramente.

Vio cómo la expresión de la guerrera blanca cambiaba, se contraía, y leyó en los rostros fusionados de las dos personas a las que más conocía la tirria, el enojo y el golpe inminente. El puño se retrajo y atravesó el aire como una flecha para ir a dar al rostro de Alaska, enviándola a volar hacia la pared contraria, que quebró por la mitad antes de hundirse en los escombros. White Númex no esperó, la siguió y golpeó tres veces más antes de recibir el primer puñetazo directo.
Kara contuvo la respiración al verla rodar por la arena con las alas plegadas. Se incorporó en el último giro y dió un salto hacia adelante.

Ambas guerreras intercambiaron golpes a una velocidad que era imposible de seguir, y ya era difícil incluso saber dónde se hallaban más que por los estruendos que se oían de un lado a otro en el aire.

Todos estaban impresionados por el hecho de que la pelea ahora hubiese pasado a ser pareja. Y sin embargo Kara no lo percibía así, tampoco Diana. Las dos habían combatido lo suficiente durante sus vidas para saber que Alaska solo jugaba, y White Númex la estaba midiendo con ataques de poca intensidad.

- Eres formidable- dijo Alaska, satisfecha -. Pero así no ganarás. El Númex es por naturaleza un ser de evolución: apenas has alcanzado el segundo estadío, ¿por qué no te esfuerzas por ir un poco más allá? ¿Temes asesinarme? Quizás deba demostrarte cómo se ve una verdadera amenaza.

Expandió su propia aura a un nivel atómico, golpeando duramente a White Númex y enterrándola bajo tierra.

- No...- Kara se puso de pie, aturdida.

A White Númex de verdad le costó levantarse. Lo hizo con dificultad, enderezando sus alas quebradas dentro del cráter que había dejado. Las extremidades sanaron de inmediato, pero el blanco estaba surcado de chorros de sangre.

Antes de que llegase a recuperarse, Alaska le cayó encima con los puños cerrados. Kara gritó y las demás contuvieron el aliento. Entre el polvo se dejó ver la mano temblorosa de White Númex cerrada contra el puño de Alaska.  Le devolvió el golpe, pero la diosa le asestó uno en el vientre que la hizo escupir sangre. Y otro, y otro más, y la arrojó a un lado.

- ¿Te vas a dejar morir?- sonrió Alaska-. ¿Los abandonarás una vez más?

La guerrera blanca se levantó del suelo para atacar, y Alaska la frenó justo ante ella, tomándola por el cuello.

- Joder Lilah - siseó Kara-, espero que tengas razón. Rao te la dé...

Lilah alzó una ceja.

- No sé quién sea ese tal Rao- dijo-, pero dudo que sepa más que yo.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Onde histórias criam vida. Descubra agora