Capítulo XXX

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Apenas atravesaron el portal que conectaba la aldea del Clan con el lugar donde se desarrolló la batalla añares atrás, Lyla se sintió mareada. La carga energética del valle junto al volcán era tremebunda, dolorosa para alguien como ella. El cielo, triste y plomizo, parecía llorar las lágrimas de los muertos, y los campos estaban deshechos por recientes erupciones. El aura de la muerte habitaba cada rincón, cada roca, cada manojo de pasto que se pudo salvar de la lava ardiente. Lyla se asomó desde el borde de un peñasco y escaneó el paisaje lluvioso con abstracción.

- Joder – dijo Alex cruzándose de brazos –. Esto es lo que quedó...

Lyla alzó sus ojos hacia el volcán gigantesco, asaltada por la idea de que aquella era la tumba de su madre.

- No tienes por qué hacerlo, pequeña – le dijo Inaldor a su lado –. Podría ocasionarte un daño irreparable.

- Necesito estar allí, saber lo que sucedió – Lyla cerró los ojos y se conectó con el ambiente, con los recuerdos de todas las auras presentes.

Y de pronto estuvo allí. Las escenas llegaron por montones, y tuvo que esforzarse por concentrarse en las que más le interesaban. Montones de héroes reunidos; sus madres, Clark, Diana, Hal y el resto de los fundadores de la liga encabezando el batallón. Iban llegando más y más. Cambió su atención al otro lado para verla al fin; a la diosa de la muerte.

La impresión hizo que se le cortase la visión.

- ¿Qué sucede? – preguntó Alex, preocupada, tomándola por el hombro.

- Estela... - Balbuceó.

- Ah, sí – Alex asintió –. Se nos olvidó contártelo.

Lyla oyó atentamente todo cuanto su tía sabía, que no era mucho a decir verdad. Lo más evidente era que la fuerza superior había poseído el cuerpo de Estela, quién sabe por qué y para qué. Lo más seguro, cabía imaginarse, era que su intención hubiese sido perturbar a Lyla. Tener esa ventaja sobre ella, quién sabe. Quizás creyó que, en ese cuerpo, su oponente no buscaría destruirla.

- ¿Aún así quieres verlo? – preguntó Anilah –. Piensa, chiquilla; no vale la pena. Estuviste en sintonía con esa chica; quizás hasta la amaste. La verás asesinar a tus amigos y a tu familia, ¿es lo que buscas?

- ¿Por qué están tan en contra de mi deseo? – preguntó Lyla con brusquedad – ¿Es que no entienden lo necesario que es esto? Así sabré cuál fue el destino de los supervivientes y podremos trabajar para ayudarlos.

- Solo conocerás una parte – opinó Anilah –, y el resto de las cosas por las que debes pasar...

- ¿Qué ocurre con eso? – replicó Lyla, desafiante –. Tú siempre me dices que no lloriquee, que debo ser fuerte como un roble. ¿Qué te sucede?

Anilah suspiró.

- Te lo digo cuando puedes controlarlo. En este caso, no podemos permitirte un desequilibrio. Hay que ser prudentes.

- Lo haré de todas formas, lo sabes.

Inaldor rió.

- Claro que lo sabe. Lo de cabeza dura te lo transmitió ella a través de su gema, no hay duda.

Lyla los ignoró y volvió a concentrarse para reconectarse con el pasado. No tardó mucho en estar de nuevo en aquel lugar.

Sus madres se fusionaron y dirigieron el primer ataque a la fuerza superior. Los demás fueron atacados por unos monstruos que la joven nunca había visto, que parecían arrancados de una pesadilla. Se elevaron desde la tierra hacia el cielo como una nube oscura de cadáveres fantasmales. Sus quejidos y lamentos dejaban una sensación de frío intenso en el pecho. Los héroes no podían frenarlos de ninguna forma; ya estaban muertos, así que no era posible hacerles daño. En cambio, los monstruos sí que los herían a ellos. Lyla vio con horror cómo de los cuerpos desmembrados de los integrantes de la liga se desprendían nuevos soldados cadavéricos para unirse a las huestes de Neriza.

Nuevos comienzos-  II Parte (Supercorp)Where stories live. Discover now