30. Tres almas y una ciudad (4º parte)

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Si pensaba que su vida había cambiado con Alastor, no era consciente de lo que venía después

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Si pensaba que su vida había cambiado con Alastor, no era consciente de lo que venía después.

Había pasado un año y medio desde el nacimiento de Julius, desde aquella noche que lo vio por primera vez envuelto en mantas. Raisa se había encargado de su cuerpo en todo el proceso mientras Nana procuraba tener todos los útiles listos y a ella con fuerzas. Ambas conocían bien lo aparatoso que podía ser el parto para una humana, especialmente cuando el bebé era mestizo. Zorro y sus hermanos permanecieron en el marco de la puerta, quietos y curiosos, siempre dispuestos a ayudar cuando se requería.

Evidentemente, no podían ir a un hospital humano. Al amanecer no tenía barriga y por la noche, como si de la nada, esta creció hasta aparentar nueve meses de gestación.

Después de eso, y aunque Nana estaba ahí para socorrerla, durmió durante varios días.

Pero, en realidad, su hijo no había sido el único factor del cambio. Sí el más importante.

El rosal, la marca demoniaca que había permanecido en ella, torturándola noche tras noche, extendiéndose por su piel lentamente, ya no estaba. Y todo se lo debía a Raisa y a Nana al traer de vuelta los volúmenes de Ator, con quien de alguna manera también se sentía en deuda.

Sus libros habían servido para liberarla de las cadenas que representaban aquellas hermosas flores. Nana había corrido el riesgo, abriendo una puerta que por cientos de años se había mantenido cerrada por diferentes razones. ¿La primera y más importante? El equilibrio del todo. Esos libros eran una extensión de lo que una vez había hecho Favre. Usaron los volúmenes para bloquear la marca y Raisa decidió ocultarlos sin contar a ninguna dónde estaban.

Cualquiera con el contenido de esos libros podía dominar el Infierno con facilidad.

Ninguna se atrevió a leer el contenido completo, ni tan siquiera Nana. Incluso, por un tiempo, se le prohibió acercarse a ellos mientras la marca siguiera activa. Alastor podía estar vigilándola, viendo a través de sus ojos.

Los balbuceos de Julius la trajeron de vuelta al jardín. Este la miraba con sus dulces ojitos mientras extendía los brazos en un intento por llegar a ella. Lo abrazó con fuerza, espachurrándolo hasta que los comentarios de Raisa la hicieron voltearse desde el suelo, pues estaba sobre una manta y rodeada de juguetes, para ver a los dos sobrenaturales debatirse en una batalla campal de ajedrez. Evidentemente, Nana llevaba la delantera.

ꟷ¿Te imaginas que sale a James? ꟷdijo la cambiaformas al grigori, esperando ver su reacción.

ꟷCalla, calla... Con un James me basta y me sobra. ꟷNana movió su dama y sacó su mejor sonrisaꟷ. Gané.

ꟷ¡Necesito una revancha!

ꟷY volverás a perder. ꟷSofía aguantó la risa a duras penas cuando Raisa empezó a maldecir en varios idiomas, seguramente por todos los que había aprendido por su paso por la inmortalidadꟷ. ¿Porqué no mejor nos vamos de picnic?

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now