33. Cambio de estrategia

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Holy tan siquiera se había planteado qué podría suceder si su nuevo amigo la acompañaba hasta dentro

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Holy tan siquiera se había planteado qué podría suceder si su nuevo amigo la acompañaba hasta dentro. Simplemente, con el frenesí de haber corrido desde la estación de trenes, soltó su maleta a la puerta de la mansión y corrió hacia la sala de la que provenían las voces. No supo que la sombra estaba a su lado, que no había desaparecido como otras veces, hasta que levantó la vista de sus propias rodillas, en las que se apoyaba para recuperar el aire, encontrándose con las miradas de Francis, Adri y Harry. Todas ellas bañadas en el más puro horror.

Colocó un mechón desperdigado detrás de su oreja e intentó sonreír.

―Hola.

Verónica pestañeó varias veces, sacudió la cabeza y miró a la mancha negra que estaba detrás de Holy. Los recuerdos de la muerte de Nana invadieron su mente y la transportaron a esa noche, cuando un simple toque de una de ellas condenó a la mujer que más quería en el mundo.

―Dime que no estoy viendo lo que sé que estoy viendo.

A diferencia de las incorporaciones de última hora, los pilares no mostraban reacción alguna. Cronos sonreía sobre el cristal de su copa, Mikael miraba a Jina como si su presencia le estuviese recordando lo vivido en Sevilla y Richard y Palma simplemente se mantenían callados mirándose entre sí. Dedujo, entonces, que Jina les había contado al respecto, quizás no todo, pero algo sí.

―No hace nada ―dijo, y agradeció internamente que la sombra se quedara quieta bajo el umbral a medida que ella avanzaba hacia la mesa―. Es inofensiva.

No sabía dónde colocarse o qué hacer, solo había corrido hasta ahí esperando que su instinto no se hubiese confundido. Cronos hizo a un lado su copa y movió una de sus manos en el aire, haciendo que la silla más próxima a él se moviese.

―Siéntate, Holy.

Oír su voz la trajo de vuelta a aquella noche cuando le pidió el favor y sintió sus mejillas sonrojarse.

Verónica no debe enterarse, pensó.

Richard miró hacia la sombra que seguía quieta en el mismo lugar, como un perro esperando a que su amo le diese la orden de moverse, y luego tornó su atención hacia la mesa.

―¿Te ha seguido desde Sevilla? ―preguntó Simon, curioso.

De los sobrenaturales presentes, ni Simon ni Verónica sabían de lo ocurrido y su extraña habilidad para soportar el mortífero toque de las sombras. La había tocado, la había sonreído (a su manera) y la había hecho compañía en el tren, manteniéndose sobre su cabeza y evitando comprometer a alguien de su alrededor.

―Sí ―prefirió contestar.

Palma se dirigió a ella, sonriéndola.

―Bienvenida de nuevo, Holy.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now