16. Los hijos del rey

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"Las sobre merecen himnos, las de sobre hermanos y cantos fúnebres."

Gorgias


—¡VERÓNICA! —gritó Simon, persiguiendo a la bestia—

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—¡VERÓNICA! —gritó Simon, persiguiendo a la bestia—. ¡CONTRÓLATE!

Anastasia esquivó un cuadro que venía volando hacia ella, Eduardo dejó que un candelabro traspasara su forma fantasmal mientras Hach se ocultó entre las paredes asomando la cabeza cuando el peligro pasaba. La marcha de Holy había despertado al monstruo que se revolvía en el interior de Verónica, y al parecer Simon no era capaz de controlarlo. No ahora, al menos.

—¡SE FUE! ¡SE FUE!

Otro cuadro voló, seguido de una silla.

—¡Verónica!

—Va a destruir el internado si no se tranquiliza —dijo Anastasia, esquivando otro objeto volador—. ¿Así es cómo se comportan los demonios cuando se dejan llevar por sus obsesiones? Una pena. Parecen juguetes.

La pelirroja se giró hacia el espectro y cogió lo primero que pilló para lanzárselo. Resultó ser un libro.

—¡CÁLLATE!

Los ojos de Verónica estaban completamente dorados y brillaban de una manera antinatural. Ni James en sus ataques de ira había mostrado semejante brillo en su mirada. Estaba perdida en su propio enojo.

Simon tragó saliva y abrazó a Verónica con fuerza, aún cuando esta se revolvió queriendo liberarse.

—Tienes que tranquilizarte.

—¡SE FUE! ¡SE FUE!

—Holy eligió, y tú debes de respetar su decisión —dijo, enfrentándola—. No eres su dueña.

—¡Sé lo que es mejor para ella! ¡Yo...!

No era Verónica quién hablaba, sino el demonio que ahora maldecía a gritos por haber perdido a su presa.

—¿Te estás escuchando? —Eduardo se acercó a ellos—. Estás diciendo tonterías. Date cuenta.

—No quiero que muera, no quiero que muera, no quiero que...

—Holy no puede morir. Cronos hizo un contrato con ella —le recordó Simon—. Aférrate a eso.

—¡DEBERÍA HABERME ESCUCHADO!

—Está perdida —dijo Anastasia—. Deberíamos atarla y esperar.

—No servirá de nada —contestó Hach—. Puede materializarse al lado de Holy y hacer una locura. Ya visteis cómo la amenazó con la daga, ¿qué será lo siguiente? Es mejor que la hagamos razonar, y que controle esa parte de sí misma que ahora tomó el control.

—¿Razonar? —Eduardo observó su reloj de bolsillo—. Lleva más de media hora así.

—Confiad en Simon. Él es el único que puede pararla.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora