0. La victoria de la muerte

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¿Qué es el poder?

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¿Qué es el poder?

Alastor se había planteado esa pregunta desde que tenía uso de razón y contemplaba desde la cercanía a Lucifer jugueteando con todo lo que tenía en sus manos. El hecho de controlar un territorio concreto, ¿se podía llamar "poder"? Era una cuestión tan relativa que muchos podrían responderla y ninguno acertar entre sí. El significado de poder difería dependiendo de la persona y las circunstancias que se arremolinaban a ella.

Si bien había estado en diferentes puntos de la escalera de la que siempre hablaba Lucifer, ahora que estaba en la cima seguía buscando una respuesta que le gustara y no le dejase con tantas lagunas. Si conseguía llevar a cabo sus planes, ¿tendría lo que tanto ansiaba? Conociéndose a sí mismo, sabía que nunca estaría saciado y necesitaría más. Era igual que Lucifer en ese sentido, ninguno de los podía estar quieto. Tenía que moverse, jugar como un peón y ganar como un rey.

Y ese pensamiento le había llevado a Valladolid, específicamente a la casa de ciertos cambiaformas que habían luchado a su lado hasta que desafió al rey de los demonios.

Era la segunda vez que visitaba la mansión. Y en el pequeño transcurro de tiempo que separaba las dos expediciones, se notaba una gran diferencia del ambiente que se respiraba. De ser una impotente fortaleza con su guardián inmortal, ahora no era más que una casa mundana con una interfaz inteligente monitorizando cada metro de ella.

Sabía por los demonios inferiores que había mandado semanas atrás para entretener a los pilares y así "ayudar" a Blood con su parte del trato, que en la mansión no estaban solo Palma y Richard. También se encontraban en su interior, en el sótano, el trio mundano con el que Jina solía juntarse. No recordaba bien sus nombres, pero sabía que dos de ellos eran pareja. Y que, además, el restante era muy bueno a la hora de luchar cuerpo a cuerpo. Una pena que la diferencia de nivel fuese tanta, le hubiera gustado comprobar si aquella información era real y no meros rumores entre sus filas.

—¿Qué harás con ellos? —le preguntó Miguel cuando vio que sonreía.

El angelito era rápido.

—Nuestra prioridad son Richard y Palma. —Alastor ensanchó su sonrisa—. Dejemos a los niños dormir un poco más. Aún es pronto...

Miguel siguió observándole aún después de que comenzase a caminar hacia la casa. Notaba su atención en olas de escalofrío que recorrían su cuerpo mundano, ese mismo que poco a poco iba pudriéndose por la presencia demoniaca que lo poseía. O sea, él. ¿Cuánto tiempo más podría seguir siendo Elías? Al contrario que Miguel, el cuerpo sufría las consecuencias de ser poseído cuando el ente se trataba de un demonio. Miguel no tenía que preocuparse de nada. Su aspecto se mantenía siempre igual. La energía que atraía consigo era muy distinta a la suya. Bien se podía notar en el olor que desprendían o el color de sus auras.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora