Capítulo extra: El asesino que no quería matar

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—Marica

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—Marica.

—Puto.

—Gilipollas.

—Mama huevo.

—¿Mama huevo?

—¡¿Mama huevo?!

—¿En serio? ¿No había otra cosa?

Las carcajadas sustituyeron los golpes pero no hicieron que el sabor a sangre desapareciese de su boca. Conocía el sabor metálico de la sangre, aunque no de la suya propia. Era amarga y...asquerosa. Las ganas de vomitar aumentaban a medida que más de aquel líquido espeso se amontonaba en el interior de su boca.

Se habían divertido destrozando su cara y pateando su cadera. Seguían el mismo modus operandi que semanas atrás. No era la primera vez que le rodeaban y le golpeaban hasta que perdía el conocimiento. Era el juguete preferido de esa panda de gilipollas que creían gobernar el instituto.

Eran unos homófonos sin criterio; jóvenes sin una neurona que se divertían a costa de otros.

Estúpida panda de paletos.

Una arcada hizo que vomitase parte de la sangre y supo por una patada en su pecho que sus compañeros lo habían visto.

—Vamos, Francis. —Un puño se hundió en su cara y todo se tornó borroso—. ¡Lucha, cojones!

—El maricón siempre se esconde detrás de sus amigos porque es un puto inútil. Solo sabe comer pollas.

Pese al dolor, el asco y la rabia, Francis sonrió con todas sus fuerzas.

—Me gustan grandes —alcanzó a decir con serias dificultades. Tan siquiera podía respirar bien—. Y estoy seguro que la tuya es tan pequeña que tu novia debe usar una lupa para verla.

—¡Serás hijo de puta!

Aguantó el golpe, el siguiente y todos los que continuaron. Ya estaba acostumbrado a esos episodios. Ratón (así lo llamaba Jina) siempre aprovechaba los momentos en los que estaba solo estudiando en la biblioteca para ir a buscarlo y divertirse a base de golpes con sus estúpidos amigos. Era el típico bully de instituto y se había obsesionado con él.

Francis no quería preocupar a los demás, tampoco causar problemas. Era consciente de lo que harían Vero, Jina, Adri y Harry si se enteraban. No eran adolescentes normales y la lista de muertes parecía aumentar con el paso de los días.

Verónica era la más peligrosa. Sabía de lo que era capaz si descubría que Ratón estaba abusando de él, golpeándolo día tras día cuando las actividades extraescolares de cada uno hacía que el grupo se disgregase. Pero, en realidad, quién le preocupaba era otra persona.

Harry no debía enterarse.

Harry no pararía hasta matarlos a golpes, especialmente a Ratón.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now