Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)

5. Cierra los ojos, Holy

Los escondites no duran por siempre, más si tienes una amiga muy curiosa. Julia y Junia podían ignorar las misteriosas desapariciones de su hermana y Holy. Sabían de cerca cómo era Jupia y lo bien que se llevaba con Holy, no era de extrañar que prefiriese pasar tiempo con ella más que con los demás integrantes del grupo. Una opinión que si bien no era del todo verdad, se acercaba mucho. Sin embargo, Allison no podía mantenerse quieta.

Había contado cuantas veces desaparecían a la semana y en qué momentos del día. Usualmente, no se sabía de ellas durante las horas libres de los lunes, miércoles y viernes. Nadie, ni si quiera Renata, sabía dónde se metían esas dos. Aunque había preguntado a una inmensa mayoría, Holy y Jupia parecían esfumarse del internado.

Sofía la había aconsejado que dejase a sus amigas en paz pero no podía. Estaba preocupada. No quería que sus amigas se metiesen en problemas. Algunos rumores hablaban de ciertos grupos que disfrutaban consumiendo droga cuando ninguna de las hermanas estaba cerca. Y rezaba porque estuviese equivocada.

Allison acabó encontrando el escondite después de mucho trabajo.

-¿Se puede saber qué hacéis aquí?

Debido a ello, Holy y Jupia tuvieron que buscar otro lugar en el que reunirse. Tampoco es que hiciesen nada del otro mundo pero temían que sus sentimientos fuesen excusa suficiente para Renata. Jupia sabía a la perfección cómo eran sus castigos y no se los deseaba a nadie, mucho menos a la que persona que amaba.

Allison se vio en las mismas de nuevo. Salvo que esta vez no tomó el mismo camino. Dejó de preocuparse y poco a poco, y sin quererlo, fue distanciándose de las que consideraba sus amigas hasta verse rodeada de gente que tiempo atrás criticaba.

Algo normal durante la adolescencia, ¿no?

En este tipo de casos lo que una esperaba es que su antiguo grupo volviese en su búsqueda, demostrando así que aún seguían preocupándose por sus miembros. Sin embargo, eso no sucedió. Las semanas pasaron de largo, y con ellas se fue su poca esperanza. A fin de cuentas, era mejor darse cuenta antes de que las cosas empeoraran y cayese más hondo en esa falsa amistad.

Mientras Allison sufría para sí, Holy y Jupia disfrutaban de su nuevo escondite. Uno muy especial que habían conseguido gracias a Sofía. Este se encontraba en la biblioteca subterránea, pasando un pasadizo secreto que conectaba con el castillo. Era imposible que las encontraran ahí, tan solo Sofía sabía de ese lugar. Lo que sí debían tener presente es que la biblioteca estaba prohibida para los alumnos, y técnicamente, ninguno tenía por qué tener una copia de las llaves. Tan solo debían ser precavidas y no dejarse ver en ese lugar, ya fuera entrando o saliendo. Cualquiera las vendería por el favor de Renata o alguna de las hermanas.

-Allison ya no se sienta con nosotras en el comedor. ¿Sabes por qué? -preguntó Holy, una vez que entraron a su guarida-. No nos habla a ninguna, ¡ni en clase!