10. Ten cuidado con la serpiente, o te morderá

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No hacía mucho tiempo que visitaba Santa Cruz

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No hacía mucho tiempo que visitaba Santa Cruz. La última vez, si la memoria no la fallaba, había sido poco antes de que Harry cayese en el coma que ahora torturaba a Francis cada día que pasaba. No dormía, no comía... No salía del sótano por iniciativa propia, siempre a gritos o amenazas. Aún así, con todo lo que había pasado, el dichoso internado lucía diferente desde la calle. Desprendía otra energía, y no era buena.

Los años la habían obsequiado con una buena vista, siendo capaz de ver más allá de lo racionalmente posible. Algo que le había servido a su familia para sobrellevar al caos que había dejado la guerra que casi masacró a su especie por completo. Habían ascendido poco a poco, y con la llegada de Blood, se perdieron en el vacio con tanta rapidez que a Jina hoy día le costaba creer.

Su familia, con su misericordia, había conducido a la muerte a las puertas de su hogar. Todos murieron. Uno detrás de otro. Y al final, solo quedó una. La más débil sobrevivió mientras que otros, con mucha más experiencia a su espalda, fueron asesinados.

¿Cuántos años tenía entonces? No era capaz de recordarlo. Había pasado mucho tiempo, demasiado.

Creía firmemente que algún día podría vengarse de aquella masacre, que dejó a una pequeña niña llorando entre los cuerpos de sus padres, suplicando a su madre cuyo cuerpo había sido partido por la mitad que despertase y se dejase de juegos. Creyó en la venganza pero acabó entendiendo con los años cuan larga espera debía soportar.

El juego de Blood no era una partida sencilla. Era compleja, larga y enrevesada. Y no podía sentir saciado su hambre hasta ver que todos sus enemigos caían como tiempo atrás había hecho su familia. Pero, ¿qué opciones tenía cuando nadie sabía realmente nada? Solo Blood tenía control sobre el tablero, y estaba muerta.

Siempre se había sentido atrapada en un callejón sin salida hasta que cierta criatura se cruzó en su camino. Al principio, pensó que la mataría por ser quién era. Los ángeles despreciaban a los seres del Infierno, incluidos los cambiaformas. Sin embargo, ese ángel era diferente. Había dejado de ser un celestial, consumiéndose en la oscuridad. Era un grigori, un peculiar grigori que buscaba desesperadamente a su sobrina. Y cuando la encontró, vio una salida en el callejón y salió corriendo de allí reuniéndose con un verdadero saco de problemas.

Jina suspiró y cruzó la calle para entrar en el internado.

La llamada de Simon era inquietante. No había dado muchos datos al respecto sobre lo que había ocurrido. Pero bastaba con oír su tono de voz para saber que era importante. Estaba aterrado y no conseguía hablar con normalidad. Después de varios minutos, largos minutos, consiguió tranquilizarse pero la información llegó tarde y escasa. Eso sí, recordaba haberle escuchado decir que cierta serpiente escurridiza había tomado control de Santa Cruz después de que James se fuese.

El pequeño Mankrof solo usaba "serpiente" como algo despectivo cuando se trataba de su hermano mayor. Y una vez ahí, delante de la verja, reconoció ese rastro. Samuel estaba en Santa Cruz, al mando de todo.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now