Capítulo extra: A la búsqueda de un corazón (+18)

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El mozo estiró las piernas en la cubierta después de saltar sobre el resto de los hombres con los que había compartido más que cama en los pasados días

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El mozo estiró las piernas en la cubierta después de saltar sobre el resto de los hombres con los que había compartido más que cama en los pasados días. Fuera encontró al señor barbudo que se entretenía comentándole todas sus batallitas en la mar cuando el agua estaba en calma y podían darse el lujo de estar tranquilos, sin la necesidad de correr a un lado a otro del barco mientras las olas intentaban volcarlos. En vez de despertarlo, pues se veía bastante cansado, decidió pasar por su lado sin hacer ruido. Solía sentarse en el borde y mirar el agua un buen rato en busca de algún animal que decidiese acercarse. Era divertido de algún modo.

Sin embargo, al oír la suave melodía de una mujer, consciente de los malos augurios que significaba aquello y de las historias que había escuchado sobre las despiadadas sirenas, se alejó del agua y se tapó los oídos creyendo que así podría escapar del embrujo.

—Es peligroso seguir aquí fuera —susurró para sí.

Caminó de vuelta a las escaleras cuando sus ojos se encontraron con los de un precioso águila que se había postrado sobre el timón. Era majestuoso y...enorme. No recordaba que hubiera aves de semejante tamaño, bien podía ser de su altura.

Espera, ¿dónde estaba el hombre a cargo del timón?

Dio un paso al frente creyendo que, al igual que el barbudo, este se había quedado dormido junto al timón y por eso no alcanzaba a verlo desde allí. Pero rápidamente se arrepintió al ver las plumas del animal manchadas de sangre, como si hubiese salido del más profundo Infierno. Cogió el rosario que colgaba de su cuello mientras retrocedía tropezándose con las piernas de lo que parecía ser un cadáver. El águila no se movía, solo observaba en silencio, imponente y aterrador.

—¡No te acerques!

El ave extendió sus alas y alzó el vuelo en su dirección. Esperó a la Muerte con los ojos cerrados, sin esperanzas de un milagro que lo salvase de esa.

—Mi paladar es muy refinado y solo come carne de calidad. ¿Sabías eso? —preguntó una mujer a pocos centímetros de su rostro—. Si tengo que elegir, siempre escogeré la carne más sabrosa. Y tú, jovencito, tienes mi total atención.

—No me mates, por favor —suplicó, aún sin mirarla.

—Abre los ojos.

—No.

—Si yo estuviera a punto de morir, desearía tener algo hermoso para ver por última vez. ¿No crees? La oscuridad tiene su atractivo, pero no creo que merezca tu último aliento —la escuchó decir mientras sentía cómo acariciaba su cabello—. Un hombre de mar prefiriendo otra cosa que no sea la luna reflejada en el agua, quién lo diría.

Tentado por sus palabras, el joven abrió los ojos y descubrió a la misteriosa mujer. Estaba desnuda, completamente desnuda, sin ninguna prenda que pudiera ocultar un ápice de su piel. Cubierta por una capa de agua, como si hubiese salido del agua, se mantenía absorta mirando su pecho en busca de algo.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now