20. La princesa solitaria

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"La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas".

Arístoteles


 Había tenido muchas casas a lo largo del tiempo pero ninguna, por muy lujosa que fuera, era tan acogedora como la de sus padres

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 Había tenido muchas casas a lo largo del tiempo pero ninguna, por muy lujosa que fuera, era tan acogedora como la de sus padres. Un lugar que ya solo existía en sus recuerdos después de ser destruido hasta su totalidad durante la guerra. Si volvía allí, seguramente solo encontrase un montón de piedras y hierbajos. Ni su familia ni su hogar pudieron sobrevivir a la masacre.

Las circunstancias la habían llevado a acostumbrarse a la soledad. Sí, hubo gente que la acogió con cariño y la cuidó pese a no necesitarlo. Y todos ellos murieron dejándola atrás. Los que quedaban a su lado apenas podía considerarlos algo más que compañeros. Puede que Palma y Richard hubiesen tenido mucha consideración con ella, por la relación que tenían con su familia cuando esta aún viva. Puede, incluso, que alguna vez la tratasen como su propia hija. Pero muy dentro de sí, en el fondo más hondo de su ser, sabía que estaba sola.

Jina tomó la mochila de su cama y observó, parada en el centro de su habitación, el dibujo que Blood la había dado. Habían pasado varios días desde que se encontró con ella en el puente. Y, sin embargo, era incapaz de no mirar los trazos del papel cada vez que levantaba la mirada del suelo. Las pesadillas anidaban en su mente cuando daba la noche. Rara vez, sus monstruos interiores la pillaban tan desprevenida. No recordaba apenas pesadillas en los últimos años. La primera noche la pilló por sorpresa, no las demás. Conocía a sus monstruos y sabía que una vez que aparecían se cebaban con su mente hasta que volvían a dormir en su subconsciente.

Cogió el dibujo y se encaminó hacia la salida. Todas las habitaciones de la casa estaban cerradas, salvo la suya. Antes, cuando su supuesta "madre "vivía con ella, el ambiente era mucho más animado. Olivia había sido una mujer agradable, haciéndose pasar por la madre de una criatura como ella. Ella ganaba una hija y Jina conseguía la tapadera perfecta. Incluso, por entonces, se había acercado a otros humanos llegando a intimidar con unos pocos. Recordaba a Rubén a duras penas, pues su corazón llevaba roto demasiado tiempo como para amar a alguien más que ella misma.

Al final, cuando el telón se bajaba, la actuación finalizaba y la soledad tocaba su puerta.

—No creo que se me olvide nada —se dijo.

Había pensado en trasladarse a la mansión de Palma y Richard desde que Adri y Francis se habían instalado allí. Ninguno de los dos quería dejar solo a Harry por mucho que los cambiaformas intentasen convencerlos de lo contrario. Francis era el más débil cuando se trataba de Harry pero Adri no tenía la fortaleza que aparentaba tener. Ambos eran frágiles a su manera, ya no solo porque fueran simples humanos.

En la planta baja, escondidos en un viejo baúl, los corazones de sus últimas presas estaban guardados en frascos. Sabía que Palma y Richard tendrían un buen surtido en la mansión, así que no tenía por qué llevarlos. La policía nunca registraría la casa por mucho que lo intentase. No debía preocuparse por eso. Tomó, eso sí, uno de los frascos que contenía el corazón de un joven varón y lo guardó en su mochila. Tenía cierta predilección por ese tipo de corazones, aunque nunca desperdiciaba ninguno que estuviese a su alcance. En tiempos difíciles, la comida era esencial para seguir adelante.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now