4. El libro de los muertos

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Ya no solo era la inesperada muerte de Sofía lo que hacía que perdiera la noción del tiempo, internándose así en el interior de su mente para desglosar el enorme nudo de preguntas que se amontonaban a su alrededor

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Ya no solo era la inesperada muerte de Sofía lo que hacía que perdiera la noción del tiempo, internándose así en el interior de su mente para desglosar el enorme nudo de preguntas que se amontonaban a su alrededor. También estaba la desaparición de Holy. Aunque, en este caso, sabía dónde estaba la susodicha pero desconocía de los caminos para llegar a ella.

Había visto la sangre en la sala del trono y las páginas del libro teñirse de negro mientras varios rostros aparecían entre la tinta. Sus expresiones no eran de dolor, estaban felices. Celebraban algo. La primera vez que había visto a las sombras, estas mostraban dolor, horror, miedo en sus rostros. Sin embargo, esa vez no. Las sonrisas que vio dentro del libro consiguieron asustarla mucho más que la presencia de la sangre en el suelo.

Sabía que Holy estaba dentro del libro, que de algún modo u otro había conseguido entrar.

Ni el propio Cronos, que apareció en el castillo al no sentir el lazo que le unía con Holy, había visto a las sombras sonreír de ese modo. Ambos quedaron muy impactados al verlas así. Por suerte, gracias a su llegada, pudo comprobar que la sangre no pertenecía a Holy. Era de otra persona, bueno, de muchas. Cronos había identificado muchos ADN mezclados, y entre ellos se encontraba el de Jupia.

La novia de Holy durante su adolescencia había sido devorada por el libro. Pero, ¿cómo? No lograba entenderlo. El libro de Favre estaba en la biblioteca subterránea cuando lo encontró por primera vez, y Jupia murió en el castillo al cumplir con el castigo que le había impuesto Renata mientras Holy era violada por Luis en la iglesia. Las localizaciones no coincidían. Jupia y el libro estaban en sitios distintos la noche del suceso. Pero ahí estaba la sangre. Jupia había sido devorada por el libro y ahora Holy parecía seguir ese mismo camino.

Esa noche Cronos la detuvo de hacer una locura.

—¡¿Estás loca?! —la gritó—. ¡No puedes entrar ahí!

Sí, su primera locura fue entrar en el libro. Seguir el mismo camino que Holy y Jupia intencionadamente.

Aun así, los dos casos no tenían sentido alguno. Jupia estaba en el castillo cuando sucedió y Holy estaba durmiendo en la habitación que ambas compartían después de llorar durante horas por la muerte de Sofía. Ninguna de las dos había estado expuestas al libro, no eran accidentes casuales.

—No hagas ninguna locura. ¡James no podrá venir a salvarte!

Tampoco pretendía que nadie viniese a salvarla, y mucho menos ese idiota. El que más la preocupaba era Simon. No había tenido oportunidad para contarle sobre los niños, y de llegar a descubrirlo no sabía cómo reaccionaría. Confiaba más en él que en ella misma. Y no quería romper algo que tanto amaba...

—Ella está en peligro, Cronos. Y tú no puedes hacer nada.

—Seamos realistas, Verónica. Demasiadas personas han muerto por ti para que ahora seas carne de cañón. ¿Tan poco valoras los sacrificios de tus seres queridos? Ellos no murieron para que tú hicieses el idiota con tu vida —dijo Cronos. Se estaba conteniendo, y no sabía por qué hasta que en sus palabras encontró la respuesta—. Empieza a usar un poco la cabeza y deja de comportarte como una niña caprichosa. Las cosas van ir empeorando poco a poco, y en algún momento vas a encontrarte sola. ¿Qué harás entonces? ¿Te esconderás hasta que la ayuda venga a por ti? Verónica, Verónica, Verónica... Si piensas que vas a tenernos a los pilares detrás de ti toda la vida, te equivocas. No somos tus juguetes.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant