9. Abismo

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—Estás enferma

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—Estás enferma.

—Nunca te abandonaré.

—Luis es peligroso.

—No obtendrás el favor de Dios si no confiesas.

—Dios te maldijo, y a nosotros contigo.

—Es por tu culpa.

—Te quiero.

—Intento ayudaros pero estoy atrapada.

—Santa Cruz tiene vida propia.

—Ya sabes cómo es Renata.

—¡Tiene una serpiente! ¡Una serpiente!

—Solo soy un cambiaformas entrometido que espera el momento oportuno para hacerse con el corazón y el cuerpo de esa joven. Es mi fantasía más preciada.

—No dejaré que nadie te haga daño. Confía en mí.

—Ella es peligrosa.

—¿Aceptas el trato?

—Observa y escucha con atención. Si alguien te intenta manipular, mátalo. Si alguien se aprovecha de ti, mátalo. Si alguien te hace daño, mátalo. ¡Mátalo y el problema se solucionara!

Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar las palabras de Blood poco antes de que la cruz cayera sobre Luis, mientras la iglesia que tanto dolor había presenciado con los años ardía por completo hasta verse convertida en cenizas. Fue, entonces, cuando recobró el conocimiento y descubrió la amplia e inmensa escalera en la que se apoyaba.

Holy estaba tumbada sobre un par de escalones, apoyando la espalda en una extraña pared. Se alejó hasta el borde al ver cómo un rostro salía de ella, llegando a asustarla. La pared, los escalones... Todo eran sombras.

—Creía que...

La verdadera Jupia debía estar rondando a su alrededor, atrapada en la oscuridad.

—¿Hay alguien ahí? ¡¿Alguien!?

No había rastro de Verónica, tampoco de Favre.

Por sexta vez, miró a su alrededor y vio que estaba sola. A excepción, claro, de las sombras que formaban gran parte de lo que estaba viendo. Era un recuerdo, o un intento de crear uno.

Las escaleras se parecían a las que Verónica tenía en su casa, aunque las dimensiones habían sido modificadas. Nunca, en verdad, había visto un lugar así. No llegaba a diferenciar el inicio y el final de la escalera. Y desde el borde, tan solo venía una enorme caída con la que fácilmente uno podía matarse.

La anchura de los escalones dejaba mucho que desear, pero era más que suficiente para no tener que apoyarse en la pared. Sin embargo, no pensó en subir hasta que vio unas manos rodeando sus tobillos y arrastrándola hacia abajo.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now