29. Fresas con sabor a muerte

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Las manos le temblaban, la cabeza le pesaba y escuchaba un constante martilleo que no la dejaba escuchar con claridad y, sobre todo, sentía que la sangre iba y venía por todo su cuerpo a medida que perdía el aire y empezaba a jadear en busca de ox...

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Las manos le temblaban, la cabeza le pesaba y escuchaba un constante martilleo que no la dejaba escuchar con claridad y, sobre todo, sentía que la sangre iba y venía por todo su cuerpo a medida que perdía el aire y empezaba a jadear en busca de oxígeno. Sus rodillas cedieron al peso, yéndose de bruces contra el suelo. Cerró los ojos en busca de paz pero allí solo encontró más oscuridad. Las risas de Blood opacaban los lamentos de las sombras, los ecos que suplicaban por un fin más justo y no tan miserable.

El rostro del niño la observaba moviendo los labios lentamente a la altura de sus ojos mientras todo su cuerpo era devorado por la misma criatura que había hecho trizas su alma, convirtiéndola en otro peón de su gran colección.

Más rostros se unieron a observarla y cientos de manos se extendieron hacia ella.

─Despierta.

Holy abrió los ojos al instante, encontrándose con la penumbra de su habitación y la luz que proporcionaba la luna.

Se levantó con la respiración agitada y el cuerpo lleno de sudor. Miró las sábanas que estaban en el suelo y supuso que la pesadilla había hecho que se revolviese hasta destaparse por completo.

Fue al baño a mojarse la cara. Necesitaba agua fría.

─Es solo una pesadilla más ─se dijo─. Otra que añadir a la colección.

Puede que Blood la persiguiera en sueños, cuando caía en brazos de Morfeo, pero últimamente la expresión de Jina la atormentaba día y noche. Nunca la había visto tan desconfiada, ni cuando apenas se conocían y era la chica sin nombre que Verónica traía consigo allá donde fuera.

Recordaba sus palabra antes de subirse al tren y, quisiera o no, estas se repetían continuamente en su mente.

─¿Quién eres, Holy Parmen? ─citó, mirando su reflejo─. ¿Quién eres?

Decidió bajar a la cocina para comer algo y desconectar.

El frigorífico estaba a rebosar. No había hueco que no estuviera lleno de comida, y su tripa agradeció esa maravillosa vista de madrugada. Tanteó las posibilidades y se decantó por un puñado de fresas que había en un cuenco. Lo sacó con la boca haciéndose agua y rápidamente se apresuró a preparar la nata, la leche, el azúcar y las fresas. Cuando el plato estuvo listo, coronado con chocolate triturado, se sentó en la isla de la cocina para comerlo encendiendo la bombilla que colgaba sobre su cabeza.

Y ahí, en ese momento, cuando su cuerpo se paró frente a la comida, vio la sombra que había a escasos metros. Estaba parada en el aire, sin hacer ruido y con una pequeña mano moviéndose entre la negrura.

─Debo estar soñando ─supuso, empezando a comer las fresas.

Para ser un plato hecho en plena noche, con el sueño siguiéndola de cerca, estaba rico.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now