8. Nuestra es, y contigo no se irá

676 101 22
                                    


Extraño, diferente, desconocido

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Extraño, diferente, desconocido... No podía encontrar una palabra que describiese con exactitud lo que estaba sintiendo. No había ni una sola palabra con la que se identificase, definitivamente no.

No quiero soltarte. ¡No quiero!

Sus manos tiritaban al solo pensar que aquel cuerpo al que se aferraba pudiese desaparecer de un momento a otro, despertándose del sueño que podría estar viviendo. El frio que desprendía tampoco ayudaba. Parecía un enorme cubo de hielo al cual abrazaba con entusiasmo sin querer soltarse. Y aun así, seguía a su lado.

No voy a perderte de nuevo. ¡No!

Holy sonrió al sentir los brazos de Jupia rodeando su cintura, acortando la distancia.

—No voy a irme a ningún sitio.

—¿Cómo estás tan segura?

Jupia apoyó el mentón en su hombro.

—Te lo prometo, Holy. No te voy a abandonar.

—Creí que te habías ido para siempre —admitió al borde de las lágrimas—. Juro que...

—¿Pensaste que estaba muerta? —Holy movió la cabeza en respuesta—. Ya sabes cómo es Renata. No puede vivir sin soltar barbaridades por esa boquita que tiene. Aunque, siéndote sincera, la muerte tampoco nos separaría. Lo nuestro va más allá de lo terrenal.

—¿A qué te refieres?

—Lo entenderás con el tiempo.

Ignoró las miles de preguntas que se amontonaron a su alrededor y apoyó la cabeza en el pecho de Jupia. Parecía tan real. No podía ser un sueño, ¡estaba ahí! Jupia estaba a su lado, sonriendo y riendo como en sus recuerdos.

Holy suspiró.

—Tengo frío —murmuró un tanto dubitativa—. Volvamos a dentro.

—No.

Tomó su mano y tiró de ella. Lo mejor sería volver a la habitación de Sofía.

—Entiendo que no quieras entrar pero...

—No —respondió de nuevo.

—No seas testaruda. ¡Es de noche!

—No.

El inexpresivo rostro de Jupia y sus tajantes respuestas consiguieron asustarla, así que tiró con más fuerza.

—Iremos a la cocina y comerás algo de comer. ¿Entendido?

—No. No vamos a entrar ahí.

—¡¿Por qué no?! —exclamó, girándose.

Multitud de rostros aparecieron donde antes estaba la cabeza de Jupia. Unidos, todos ellos, por una masa negra que parecía bombear como si se tratara de un corazón. Manos sueltas nadaban por la oscuridad haciendo de aquella extraña y desconcertante composición una pesadilla.

Las cadenas del ángel (Saga Scarlet #2)Where stories live. Discover now