15. ¡Pongan seguro! (18+)

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Laura

—¿Tan poca fe tienes en mí?— Digo cuando Diego le dice a su madre que estaba seguro de que no volvería, en cuanto me ve esboza una sonrisa y sus ojos se nublan, me alegra que Tania me haya convencido de volver cuando estaba decidida a no hacerlo.

—Estás aquí

—No, soy una alucinación— Ironizo y el ríe

—Mejor los dejo solos, estaré en la cafetería— Su madre interrumpe y sale de la habitación dejando todo en silencio, me acerco un poco a la camilla

—¿Por qué regresaste?— Pregunta volteandome a ver

Hago una mueca —Por que eres un imbécil Diego— Alza sus cejas y la confusión es clara en su rostro —Pero se que me necesitas de la misma forma que yo a ti, lo que estoy por decirte puede que suene cruel pero es la realidad y debemos de ser lo suficientemente maduros para afrontarla como adultos y no como niños huyendo. T-tú te vas a morir Diego,— Tensa su mandíbula —Y una parte de mi se irá contigo, pero mientras estés aquí lo único que quiero es estar junto a ti y vivir una vida completa en los pocos meses que te quedan y algo me dice que tú quieres lo mismo, así que déjate de estúpidos juegos intentando alejarme para supuestamente protegerme y déjame ser una parte de ti en la que siempre estarás vivo.

La emotividad del momento hace que ambos reprimamos las lágrimas, Diego ríe un poco y pasa una mano por su cabello, luego extiende sus brazos —Ven acá— Corro hasta él e inmediatamente sus brazos se envuelven en mi cintura apretándome con fuerza —Te amo— Dice besando mi cabeza.

—Y yo a ti

—Lo sé— Me incorporo y tallo un poco mis ojos para quitar algunas lágrimas, su comentario me causa gracia, esas definitivamente no eran las palabras que esperaba que me dijera después de decirle que también lo amo por primera vez.

—¿Cómo lo sabías?

Acuna mi mejilla y pone un  rebelde mechón de mi cabello detrás de mi oreja —Escuchaba todo, sabía que venías todos los días y me sentía impotente por no poder decirte que estaba bien y pronto despertaría.

—¿E-escuchaste todo?— Pregunto avergonzada recordando algo en particular que dije

Entro muerta de la vergüenza en la habitación de Diego donde él sigue inconsciente, me lanzo al sillón y oculto mi rostro entre mis manos —¿Haz visto porno lésbico?— Suelto la pregunta al aire —No preguntes por que pero yo sí y ¿Qué crees?, en vez de enviarle a la maestra el enlace de mi tarea le envié el de un video ¿Adivina quien reprobó historia por primera vez? Exacto la idiota de tu novia— Digo señalándome —Y lo peor es que me pusieron un reporte— Me quedo observando a Diego recostado  sobre la camilla, necesito que despierte pronto.

—Si, escuché todo— Mis mejillas se ponen rojas, Diego sonríe pícaramente —¿Por qué estabas viendo porno lésbico? No me digas que no te dejo lo suficientemente satisfecha.

Río nerviosamente y decido terminar con la conversación besando sus labios, él acepta gustoso mi beso, todo pasa tan rápido que no me doy cuenta cuando ya estoy sobre él sin playera, cuando siento una presión en mi vientre me separo.

—Te extrañé— Estoy por responderle cuando continúa hablando —En la cama— Jala mi brazo y vuelvo a quedar sobre él, me alivia saber que ya volvió a ser el mismo pervertido de siempre. Mi pervertido.

Beso sus labios, bajando por su cuello, tal vez no sea buena idea follar ahora por que estamos en el hospital y él estuvo inconsciente cuatro días pero lo deseo más que nunca, así que meto lentamente las manos por debajo de la bata que cubre su cuerpo ganándome un gemido de su parte, tal vez sería buena idea irle a poner seguro a la puerta pero en vez de eso lo pongo duro, enredo una mano en su miembro y empiezo a acariciar hacia arriba y abajo.

El secreto de mi vecinoWhere stories live. Discover now