25. Gran Primer Paso

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—Hija, señora Patron— Mi madre nos saluda —Hicimos todo lo que pudimos por Diego, hubo una complicación, Diego perdió mucha sangre pero ya está estable, en cuanto despierte podremos hacerle algunos estudios para confirmar que todo haya salido bien.

Caigo de rodillas al suelo ante la noticia, lloro de la felicidad, su madre se me une —Esto es un gran primer paso pero el camino que falta por recorrer es aún muy largo y riesgoso,— Habla el doctor —Todavía hay que quitar una parte del tumor con quimioterapias las cuales pueden ser dolorosas y dejar calvo a Diego, también necesito informarles que no podemos asegurar aún que la vida de Diego esté a salvo sin embargo ahora ya hay más probabilidades de que viva a que muera.

Ambas lo escuchamos atentamente, mi madre se aclara la garganta —El efecto de la anestesia pasará en unos cuantos minutos y podrá recibir visitas— Me dedica una mirada —Preferiría que no lo vieras hoy hija, se que para ustedes dos es difícil controlarse y por ahora Diego debe estar en reposo total— Me sonrojo, algunas veces es molesto que mi madre me conozca tan bien.

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Mi madre no me dejó entrar a verlo a pesar de que se lo supliqué, ella me aseguró que Diego ya sabía que no me había movido de aquí y que moría por verlo, por lo que me contó él está igual de desesperado que yo por verme —¿Ya?

Mi madre teclea algo en la computadora del mostrador, rueda los ojos —Ya te dije que no

Doy unas cuantas vueltas en círculos frente a ella —¿Ya?

—Ya te dije que no Laura— Me mira fastidiada —Espera unas cuantas horas más y luego ya puedes verlo y hacer lo que qui...— Se queda viendo algo detrás de mi, volteo y el doctor está pasando.

—¿Algo que contarme ma?

Sacude su cabeza —¿Qué?

Es mi turno de vengarme por todo lo que me ha hecho —Por que te escurre la baba cada vez que ves al doctor Ramírez— Ella se sonroja —¡Te gusta el doctor!— Exclamo y mi madre me calla

—Ve a ver a Diego— Evade el tema y funciona

—Bien, pero tenemos una plática pendiente— Empiezo a caminar

No quiero ser abuela.

Recuerdo aún cuando mi madre me dijo eso, así que me doy la media vuelta —Mamá— Ella me voltea a ver —No quiero ser hermana— Dicho esto empiezo a correr por el pasillo a la habitación de Diego, se que si le hubiera dicho eso en la casa me hubiera lanzado la chancla o algo así.

Entro en la habitación de Diego y cuando me ve sus ojos brillan, puedo apostar a que los míos están igual, termino con la distancia que nos separa y lo abrazo enterrando mi cabeza en el hueco de su cuello, él lleva su mano a mi espalda y me acaricia —También eres el amor de mi vida

Me incorporo, sus ojos están vidriosos —¿Q-qué?

—Iba a decírtelo antes pero decidí esperar hasta después de la cirugía por que así tendría que salir a fuerzas a delante por que no podría irme de este mundo sin decírtelo— Mis ojos se humedecen y lo beso, conforme la temperatura entre nosotros va subiendo Diego empieza acariciar mis muslos, le doy un manotazo cuando empieza a acariciar mi trasero.

—¡Auch!— Se queja sobando su mano y luego vuelve a intentar besarme pero no lo permito por que se que si lo hace terminaré follada en el hospital, lo cual a mí no me molestaría pero Diego podría romperse.

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Hoy se cumple un mes de que Diego se hizo la cirugía, todo salió bien, en el próximo mes empezará con las quimioterapias y todo apunta a que vivirá, él dice que no se quiere emocionar hasta que ya el cáncer esté totalmente eliminado de su organismo pero yo ya estoy segura de que superará esto.

El secreto de mi vecinoWhere stories live. Discover now