36. Despedida

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Diego

—¿Y quién es el padre?— Pregunta Laura, estoy por responderle cuando lo veo saliendo por el elevador.

—Él— Digo apretando los puños y luchando con todo mi ser para no ir a estrellarlos en su cara.

—¿Mateo?— Laura se ve sorprendida, Mateo tiene la misma expresión despreocupada de siempre, camino hacia él y lo estrello en la pared.

—¿Qué demonios Diego?— Exclama.

—¿Lo sabías?— Frunce su ceño y se queda callado —¡Responde carajo! ¿Sabías o no?.

Pone sus manos en mi pecho para intentar alejarme —No tengo la menor idea de lo que me estás hablando.

Lo suelto porque parece estar diciendo la verdad —Te has acostado con Elisa.— Afirmo, él vacila un poco lo cual me hace dar cuenta de que estoy en lo correcto —La bebé que acaba de nacer no es hija mía, es tuya— Empalidece.

—No, no puede ser— Reacciona de la misma forma en la que seguro yo reaccioné cuando me dijeron que sería padre —Ella me dijo que tomaba la pastilla.

—Pues ella te mintió.

—Además la prueba dijo que es tuya.

—La prueba era falsa.

—Bueno y si esa es falsa, ¿Por qué sacas la conclusión de que es mía la hija?

Agarro su brazo y señalo un punto en específico —La bebé tiene esta marca de nacimiento.

Cubre su rostro con sus manos y empieza a negar —Perdón, perdón hermano— Pongo una mano en su hombre —Sabes que si hubiera sabido que es mía jamás te hubiera hecho creer eso.

Creo en él, le sonrío —Lo sé, ahora ve a conocer a tu hija y a calmar a su insoportable madre.

Mateo traga saliva y se dirige aún en estado de shock a donde está Elisa, no pasa mucho tiempo para que los gritos de la pelea que están teniendo se empiecen a escuchar, pero no presto mucha atención a lo que dicen, volteo a ver a Laura que ya se encuentra viéndome. Extiendo mis brazos y ella se acerca a mí ocultando su cabeza en mi pecho, la rodeo con mis brazos y beso su cabeza. Por fin todo parece estar en orden, espero que con el asunto del bebé solucionado me desaparezcan los dolores de cabeza que atribuyo al estrés.

-


El verano pasó en un abrir y cerrar de ojos, iniciaré el último año de preparatoria mientras Laura el primero de Universidad, según lo planeado vendrá de visita siempre que tenga vacaciones, por lo que solo serán 4 meses que pasaré sin verla en persona antes de vacaciones de navidad.

—Ya tienes que ir— Le digo cuando anuncian que su vuelo despega en 20 minutos.

—No quiero— Se acurruca más contra mi pecho, yo aprieto el abrazo y luego me separo un poco.

—Tengo algo para ti— Busco en mi chaqueta la pequeña caja.

Ella sonríe, noto sus ojos algo vidriosos y no quiero que llore porque si lo hace no voy a poder dejarla ir, al ver la cajita roja sus ojos brillan —¿Otro collar?

—Algo mejor— Me encojo de hombros y abro la caja dejando ver el anillo.

—Diego, no, somos muy jóvenes y...

—Shhh— Tomo su mano y le pongo el anillo —No te voy a pedir matrimonio,— Beso sus nudillos —aún.

Ella me mira curiosa y le explico —Esto es solo un anillo de promesa, espero algún día cambiártelo por uno real y que tú lo aceptes.

El secreto de mi vecinoWhere stories live. Discover now