18. Tatouage

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Estoy agotada recostada sobre el desnudo pecho de Diego trazando con mi mano su cicatriz mientras él acaricia mi espalda, ambos estamos en silencio simplemente disfrutando de la tranquilidad del momento, mi mente está pensando en el 25 de agosto, aún no se concretamente que va a pasar ese día, he buscado el momento perfecto para preguntarle qué representa exactamente esa fecha, se que será algo importante de lo cual no le gusta hablar pero necesito saber, aclaro mi garganta —Diego...

—¿Si?

—No me dijiste nunca que va a pasar el 25 de agosto— Lo siento tensarse, cierro los ojos apretandolos mientras él se queda en silencio, estoy preparada para que me grite o para que se ponga sentimental.

—Según los cálculos de los doctores lo máximo que puedo vivir es hasta ese día,— Sorprendentemente su voz sale tranquila —lo cual quiere decir que aún me quedan 9 meses y 4 días si tengo suerte

—Yo creo que vivirás mucho más que eso

—No te preocupes por mí— Acaricia mi mejilla —Ya lo acepté, lo único que me preocupa eres tú, si yo supiera que te voy a perder estaría devastado y lo único que querría hacer sería tenerte entre mis brazos todo el tiempo que tenga y besarte hasta que se desgasten nuestros labios, recordarte lo mucho que te amo cada segundo y perderte sería algo con lo que no podría vivir, pero tú eres más fuerte que y se que si pudiste estar sin mí una vida entera estoy seguro que volverás a tu vida normal y yo me convertiré en un recuerdo que no quiero que olvides.

¿Mi vida antes de él? No la recuerdo, solo sé que desde que tengo conciencia lo he acosado así que podría decirse que es parte de mi vida desde hace una eternidad, si tan solo lo supiera...

—Pueden encontrar una cura,— Digo en un hilo de voz —O podemos hacer un pacto con algún alienígena— No estoy viendo su cara pero puedo sentir como sonríe

—O podemos ir a comer algo, tengo hambre

Río un poco antes de pararme y vestirme, decidimos rentar un auto y Diego no me dijo a dónde vamos, en el camino he visto muchos perros french poodle que van más elegantes que yo, algunos llevan botas y unos sofisticados cortes de pelo que los hacen ver sumamente adorables, Diego se estaciona frente a una pequeño restaurante, su nombre está escrito en el vitral pero no se como se pronuncia.

—Cuando vine con mi familia este lugar me gustó mucho— Dice con algo de nostalgia, entrelazo nuestras manos y entramos en el lugar, nos sentamos en una mesa junto a las paredes de cristal, él empieza a comer unas donas que se encuentran al centro de la mesa mientras ve a través de la ventana, esta escena me recuerda a la primera noche que pasé con él, recuerdo que me pregunté qué se sentiría ser devorada por él y ahora ya lo sé, de pronto muerde la dona de una forma que me hace sentir vértigo y relame sus labios, creo podría quedar embarazada de solo verlo comer donas.

—Lo estás haciendo a propósito— Exclamo cuando pasa su pulgar por su labio inferior

—No se de que hablas— Vuelve a morder la dona de forma sensual sin apartar su mirada de la mía y de pronto me siento húmeda

—¡Deja de hacer eso!— Lo golpeo en la pierna con mi pie bajo la mesa

—¿Hacer que?, ¿Esto?— Y lo vuelve a hacer pero primero chupa la dona con su lengua

¿Quieres jugar, Diego? Juguemos.

Sin decir más me quito un zapato discretamente con el pie y empiezo a recorrer su pierna a una velocidad lenta, Diego muerde su labio cuando mi pie roza su entrepierna.

¿Tan fácil es ponerlo duro?

—D-deja de hacer eso— Dice pero se que no quiere que pare —O terminarás follada en este mismo lugar

El secreto de mi vecinoWhere stories live. Discover now