XXVII - Adolorida

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Arrastré mis pies hasta la puerta de mi departamento y busqué de mala gana mis llaves en mi cartera. Las calientes lágrimas comenzaron a gotear desde mi mandíbula. Puta Alice.

Abrí la puerta con mis manos temblorosas y al estar completamente sola empecé a sollozar. No me preocupe por cerrar con seguro o poner la alarma. Lancé mi cartera hacia cualquier parte y di patadas expulsando los tacones lejos de mis pies.  Caminé hasta mi cuarto y me desprendí de mi ropa. Me puse lo primero que encontré, era una blusa en color azul claro. Quise ponerme unos pantalones de chándal pero pensé en la tela rozando con las heridas de mis rodillas y decidí uno ponérmelo. Caminé a la cama y puse una rodilla sobre esta. Gran error.

Solté un chillido y mire hacia esta, gracias a la luz pude ver fragmentos diminutos de vidrio clavados. Más lágrimas vinieron a continuación. No traía ni ganas de limpiar mis heridas así que apague las luces, solo me acosté con cuidado y me tapé con las sabanas.

No podía dejar de llorar, mis pulmones me pedían a gritos oxigeno pero mis sollozos no les permitían tomar el suficiente. Me ardían los ojos y la garganta. Era una estúpida, una gran estúpida. Lo había jodido todo, y solo por defenderme de esa perra.

El alcohol seguía en mi sistema haciendo que llorara con más ganas y sentimiento. Puse mis manos sobre mis ojos y los talle. Ya no quería llorar, sin embargo, no podía evitarlo.

Pasaron horas eternas hasta que escuche que alguien abría la puerta de la entrada. No pude dormir ni un puto minuto y aún seguía llorando. Ridículo.

En vez de alarmarme de que alguien ingreso a mi departamento, me puse una almohada sobre mi cabeza y me puse boca abajo. Me maldije en voz baja porque mis rodillas rozaron con el colchón.

-¿Deb?- escuche la voz de Sophie lejana. Mierda. Solo quería estar sola, así que no le contesté y rogué porque se fuera. -¿Debbie, estas aquí?- escuche sus tacones resonar contra mi piso un poco más cerca.- ¡Deb!- gritó, mierda nunca se da por vencida. Entonces escucho la puerta de mi habitación abrirse y la luz inunda la habitación.- ¿Por qué putas no me contestas?- pregunta con un tono enojado. Solo gimo en respuesta y hundo más la cara hacia abajo. Ojala la cama pudiera tragarme.

Ella me zarandeó de los hombros.

-¡Mierda Sophie! ¡Déjame tranquila!- dije empujándola lejos de mí.

-¿Qué te sucede? He estado marcando a tu celular y no contestas y me asuste hasta el culo cuando vi que tu puerta no tenía seguro- dijo preocupada. Respire profundamente y trate de reprimir las lágrimas. -¿Qué tienes Debbie?- dijo quitando la almohada de mi cabeza y acariciando mi cabello.- ¿Te hizo algo ese hijo de puta?- dijo Sophie dulcemente. Yo negué con la cabeza y comencé a llorar al recordar la cara de Bruno cuando me dijo “Vete a la mierda” y me cerraba la puerta.

-L-lo jodí t-todo- dije viéndola a los ojos. Creo que me veía asquerosa porque Sophie abrió sus ojos y jadeó.

-Mierda- me abrazo y yo a ella. Puse mi rostro en su hombro y lloré. Lloré demasiado. –Debbie, necesitas un baño, anda te ayudo- cuando me destapé, la mirada de Sophie se dirigió a mis rodillas y soltó un grito.- ¡¿Qué te paso?!- Mire mis rodillas y reprimí un grito igual o peor al de Sophie.

-Por Dios -dije en un susurro. Mi rodilla tenía unos moretes en un morado horrible, los vidrios seguían encajados y había sangre seca por todas partes. Las lágrimas salían sin permiso de mis ojos y Sophie me llevo al baño. Le indique donde estaba el maletín de primeros auxilios y mientras me curaba no emitimos ni una palabra. Sophie tenía el ceño fruncido y quitaba los vidrios con unas pinzas. Estaba enojada.

Yo no podía dejar de llorar y hacer cara de dolor cada vez que un vidrio salía expulsado de mi piel. Los recuerdos me bombardeaban la mente y siento que comienzo odiar a "perralice".

-Bien cariño, ya terminé- dijo Sophie levantando las cosas que utilizó y guardando todo. Yo miraba a un punto fijo y seguía llorando. – Ven te ayudare a ducharte- Sophie me quito la blusa y las bragas. Ella ya me había visto muchas veces desnuda y no precisamente porque seamos lesbianas o algo por el estilo. Es solo que, nosotras nos teníamos esa confianza.

Templó el agua de la tina y me ayudo a meterme. Di unos cuantos sollozos al sentir mis rodillas al contacto del agua caliente. Sophie me distrajo un poco platicándome sobre lo que me he perdido en el colegio. Estamos a viernes, así que decido que el lunes ya regresare. No quiero retrasarme.

Me relaje y las lágrimas cesaron. Amaba a Sophie porque sabía cómo hacerme sentir mejor y provocarme algunas risas. Me limpió el cabello poniéndome el shampoo de coco que tanto amo. Luego me remoje el cabello y Sophie me ayudo a salir de la tina y a secarme.

Me sentía como una niña inútil pero yo no tenía ánimos de absolutamente nada. Apenas y podía respirar.

Me escogió una blusa que me quedaba un poco ajustada de mangas largas color blanco, unos jeans claros rasgados y unas botas UGGS color camello. La mire con el ceño fruncido.

-Ni creas que te dejare aquí para que mueras de aburrimiento y de soledad, además es viernes babe- abrí la boca para negarme pero me interrumpió- ni creas que me voy a retractar, así que mueve tu culo y ponte la ropa- rodeé los ojos y busque un sostén y unas bragas. Me metí al baño y me cambié por mí misma.

Salí y Sophie me esperaba con el cepillo del cabello en la mano. Me cepilló el cabello y dejo que se secara naturalmente. También me ayudo a maquillarme. Me delineó los ojos y cuando me mire al espejo solté un jadeo.

-Mierda tienes que enseñarme a maquillarme los ojos así- dije admirando mis ojos. Se veían impresionantes.

-Claro- dijo con un movimiento desdeñoso. Decidí no llevar bolsa porque lo más seguro es que mi celular este muerto ya que no me molesté en cargarlo. Sophie se engancho de mi brazo y caminamos hacia la puerta. Cuando estaba cerrando con la llave, Bruno iba saliendo de su departamento. Mi sangre se heló.

-¡Tú!- escuche un grito chillón de Sophie mientras caminaba dando zancadas hacia Bruno el cual la veía molesto.

TRAPPED (Ian Somerhalder)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum