XVII - Polett

859 41 2
                                    

Me levanté todavía temerosa, mi boca estaba seca así que me atreví a poner los pies fuera de la cama, estaba descalza pero era lo que menos me importaba, me mire al espejo que estaba sobre el escritorio y mi cabello era un desastre, no sé dónde quedo el beanie, y mi delineador estaba esparcido por mis mejillas, con las manos me lo limpie, y me hice un moño en el cabello. Salí al pasillo y mis pies tuvieron contacto con el helado piso. Antes de salir del pasillo mire hacia los lados, tal vez Bruno regreso a asesinarme.

Al asegurarme de que no se encontraba ahí me dirigí a la cocina y llene un vaso con agua. Al tomarlo sentí alivio por mi pobre garganta que gritó y sollozó tanto. Me senté sobre la mesa dejando a mis pies flotando.

¿Cómo se atreve a gritarme en mi propio departamento? ¿Por qué no me defendí? Yo no era así, yo no era débil. Fruncí el ceño y deje el vaso a mi lado. Es verdad, yo nunca fui el tipo de personas a las que intimidan, al contrario, yo sabía cómo enfrentar las cosas.

Me baje de un salto y salí del departamento, no me importo dejar la puerta abierta, la horrible cara que tenia o el hecho de que no traía zapatos. Camine hasta el departamento de Bruno y toque intensamente. Mi interior estaba lleno de furia, solo quería arrancarle la cabeza a ese idiota y dejarle claro que no se metiera conmigo.

Entonces abrió la puerta. Estaba sin camisa, dejándome ver su perfecto y trabajado abdomen, sus tejanos estaban descansando en sus caderas y estaban abiertos dejando ver un poco de la tela de sus boxers color negro, su cabello estaba ligeramente despeinado. Se veía jodidamente sexy.

Parpadeé varias veces para que mis ojos dejaran de mirar su cuerpo. Dirigí mi mirada a su rostro el cual tenía una sonrisa de medio lado que hizo que mi sangre hirviera aún más de enfado.

-¿Se te ofrece algo, nena?- dijo recargándose en el marco de la puerta. Incluso así era intimidante. Sus ojos tenían ese destello de oscuridad.

-Primero, no soy tu nena- dije cruzando mis brazos y frunciendo las cejas- así que no me llames así- el levanto las cejas divertido, maldito desgraciado- y segundo no quiero que te metas conmigo- dije con la misma posición. Por un segundo el tenia las cejas alzadas y haciendo un gesto pensativo, pero de la nada comienza a dar carcajadas. Puso su cara contra el marco de la puerta dejándome ver su perfil. Mi corazón se redujo y el nudo en la garganta apareció, me sentía humillada, ¿Cómo podía reírse en mi cara?- ¡Eres un idiota!- grite empujándolo, el enojo no me dejo pensar antes de actuar, me asuste hasta la mierda. Sus cejas estaban fruncidas y la oscuridad domino su mirada. Pensé en correr pero mis piernas no me respondían, maldita sea la hora en que me volví miedosa. Cuando por lo que pensé él iba a aproximarse hacia mí algo lo interrumpió.

-¿Bebé? ¿Qué sucede, amor?- dijo una chillona voz, el rostro de Bruno se volvió rojizo, cualquiera pensaría que se había ruborizado, pero la maldita vena en su cuello me demostraba que se enfureció más.

-Vete de aquí Polett- dice Bruno en un tono grave que me erizo la piel. Seguía mirándome. Si las miradas mataran yo ya estaría a tres metros bajo tierra. Una risa explotó de parte de la tal Polett que solo me hizo ponerme más nerviosa.

-Vamos amor, regresa a la cama- una mano con unas uñas larguísimas en color rojo se extendió por el pecho de Bruno, y una melena rubia se hizo presente. Era una persona, si se podría decir, estaba envuelta en una sábana, dejando sus pechos lo más visible posible, los cuales eran exageradamente grandes. Todo en ella era demasiado exagerado, era como una caricatura, estilo Jessica Rabbit.

Algo en mí se removió. Pero que mierda, eso no me incumbía.

-Solo te digo- dije alzando la voz, haciendo que la rubia me mirara por primera vez, sus ojos me escanearon y levanto sus cejas como diciendo "¿y esta de dónde salió? pobre estúpida"- Quiero que me dejes tranquila- dije metiendo un mechón de mi cabello detrás de mí oreja. Escuche una risa proveniente de la chica.

-Vamos niña, a él le interesa alguien más... desarrollada- dijo mientras miraba sus pechos. Me dio demasiado asco, sí que era una puta.

-No me importa- dije defendiéndome, sé que no tenía el mejor cuerpo de todos, por lo que Sophie me dice, tengo unos senos decentes, ni demasiado chicos ni grandes, no era gorda y mi trasero era normal. Esta tipa creía que nomás por tener pechos grandes era la Reina Isabel.- Al menos estas- dije tomando mis pechos con mis manos- son reales- dije levantando una ceja desafiante.

Como dije anteriormente, nadie me hacía sentir menos. Bueno exceptuando a Bruno.

La tal Polett, hizo una cara de ofendida, y se puso delante de Bruno.

-¡Vete de aquí antes de que te saque la mierda!- dijo demasiado agudo.

-claro, sobre todo con tus uñas de gata- dije dando un paso al frente, al menos con alguien me desquitaría por lo que me hizo Bruno.

-Basta- dijo una ronca voz. La voz de Bruno.- Polett, ve a la cama, ahorita vuelvo- dijo tomándola de los hombros, ella me miro horriblemente, y al verlo a él hizo la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Una idea centello en su rostro. Me miró un instante y junto sus labios ferozmente contra los de él. Un grito se ahogó en mi garganta. Mi enojo aumento a mil. Encaje mis uñas de nuevo a la adolorida piel de la palma de mis manos. Bruno le siguió el beso y oprimió los pechos de la perra esa haciéndola soltar un suspiro. Se separaron y ella me sonrió, mientras se iba, Bruno le guiño un ojo.

Me miró  y su rostro se volvió indiferente- Creo que ya escuchaste lo suficiente, es mejor que te vayas, y lo que dijo Polett... es verdad- dijo formando una sonrisa retorcida, como la de mi sueño- a mí me gustan más - me miro de pies a cabeza - desarrolladas- fue suficiente para mí. Me denigró, me ofendió, ya no puedo con esto. Asentí y me fui corriendo a mi vivienda. Cerré la puerta fuertemente y lloré, es un hijo de puta, nadie me había hecho sentir tan insignificante y tan poca cosa como él. Puse la alarma y asegure todo. Me limpie las lágrimas rudamente con el suéter, no me importo ensuciarlo con mascara de pestañas y delineador. Camine hacia mi habitación y comencé a golpear las paredes, quería desquitarme, me jale del cabello y golpe con mis puños hacia la pared. Me dolían los nudillos como el infierno pero no me importo. ¿Cómo puede compararme con una puta? Tome una almohada de mi cama y hundí mi cara en ella soltando un grito. Caí al piso y sollocé, sollocé por lo que parecieron horas.

TRAPPED (Ian Somerhalder)Where stories live. Discover now