XXXV - "Preciosa"

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Todavía tapando mis pechos con mis manos me encaminé a mi habitación y después al baño. Abrí la llave de agua de la tina y espere que se llenara con agua caliente. Vertí el jabón para generar burbujas y me quite mis bragas. Me metí y mis músculos se relajaron con el contacto del agua caliente. Cerré mis ojos disfrutando de la sensación.

No quería ir con mis padres, sé que no los había visto en bastante tiempo pero este tipo de “reuniones” eran muy aburridas. Siempre terminaba sentada sola en la mesa jugando con los cubiertos esperando a que todos se retiraran.

He estado en ese tipo de reuniones desde que mi padre fue ascendido, tenía unos cuatro años. Recuerdo que mamá entró a mi cuarto, radiante. Llevaba un vestido azul marino acentuando su pequeña cintura y tenía un escote decente, su cabello castaño estaba suelto en perfectas ondas y su maquillaje hacia que sus ojos azules se vieran más grandes. No podía faltar su labial rojo.

Llego hasta mí con bolsa de regalo. Me dijo que papá había ganado un premio y que iríamos a festejar. Pensé que sería como en navidad, que vendrían mis primos y tíos.

Sacó de la bolsa un hermoso vestido rosa, unos zapatitos blancos, unas medias blancas y listones en el mismo tono de rosa. Me ayudo a cambiarme y a peinarme. Cuando me mire al espejo estaba maravillada, me sentía como una muñequita. Después mamá me llevó al auto junto con papá y después del camino lleno de sermones de parte de mi madre de cómo debía comportarme llegamos a una hermosa casa con grandes ventanas. Salí del carro y tomé la mano de mi padre. El tenía una extraña sonrisa, ahora puedo decir que estaba orgulloso. Mamá pasó su mano por uno de los brazos de papá y tocamos la puerta. Nos recibió una señora con un extraño uniforme, la ama de llaves. La casa era igual de hermosa por dentro, para mí todo brillaba. Llegamos a una sala llena de personas con trajes parecidos al de mi padre. Ellos hablaban y yo me aburría, no había ningún niño con el cual jugar. Al principio llegue a tener una pequeña atención por parte de las señoras, pero después se perdió. Nomás me hacían cariños por ser una niña pequeña. A la hora de la cena sirvieron una extraña comida, no la recuerdo pero sé que sabía asqueroso. Mamá me obligo a comerla. Después ellos volvieron a la sala, yo aún tenía hambre y fui con mamá diciéndole que quería helado. Ella tenía una sonrisa hipócrita y me decía que no había. Empecé a jalar de su vestido, a patalear y a llorar, yo no quería estar ahí, quería un helado. De repente ella me cargo y me llevo hacia el jardín trasero. Pensaba que me traería un helado pero solo recibí un golpe en la mano que había jalado de su vestido. Me regaño por ser una desobediente, y me advirtió que no quería escuchar ni una palabra que saliera de mi boca cuando entráramos.

Entramos y yo me fui a sentar en uno de los sillones. Después no recuerdo lo que paso por que me quede dormida.

Cuando estuve en mi casa mi mamá me regaño mucho peor que en la fiesta y papá me defendía, decía que no tenía nada de malo en pedir un poco de helado.

Desde ese momento no asistí a ese tipo de reuniones hasta los 12 años. Fue igual de aburrido solo que esta vez no hice ningún berrinche.

Papá obtenía mucho éxito por su trabajo así que las fiestas se hacían cada vez más frecuentes y se hacían en nuestra nueva casa que era parecida a la que asistimos por primera vez.

A los 15 fue cuando comenzaron a llegar niños. Mis papas me presentaban con los hijos de sus jefes, claro, mamá siempre me decía antes de que vinieran que fuera amable y que si le gustaba a unos de los hijos de sus jefes que no perdiera la oportunidad. Conocí a varios idiotas que no paraban de hablar sobre sus viajes o las cosas caras que sus papis les compraban.

Cuando cumplí 17 ya no quise ir a ningún evento, estaba harta, claro que siempre terminaba peleando con mi madre sobre esto, pero ganaba yo.

Ahora me encuentro aquí, duchándome en la tina a unas horas de ir de nuevo a ese tormento.

Me salí de la tina y me envolví en una toalla. Después de secarme me puse unas bragas y una camisa holgada. Fui por el vestido y lo saque de la bolsa. Al verlo se formó una “o” en mis labios. Nunca me atrevería a usar algo así, pero a tiempos desesperados medidas desesperadas. Era totalmente negro, la espalda tenía un gran escote con manga larga.

Fui al baño a ponérmelo y me di cuenta de que no ocuparía sostén. Salí y me vi al espejo. Algo en él no me agradaba, y descubrí que tenía que bajar las mangas un poco más ya que el cuello se veía algo raro. Era de hombros descubiertos también. Se acoplaba a mi figura muy bien, era un poco como estilo sirena.

Ahora sí, me encantaba como se me veía. Por enfrente se veía algo anticuado, y por atrás ¡POW!

Me maquille los ojos tratando de hacerlo como la última vez que me maquillo Sophie. Un suspiro salió de mis labios al recordarla. Odiaba pelear con ella.

Después puse un color rojo a mis labios.

Ahora… el cabello. Decidí agarrármelo para que lucieran mi espalda y hombros descubiertos. Me hice un moño desordenado y lo sostuve con pasadores. Al terminar me solté unos pocos mechones de cabello para que se viera más despeinado y casual.

Mire la hora y eran las 6 con 20 minutos. Bruno vendría en 20 minutos. Fui a mi armario y saque unos tacones rojos para que combinaran con mi labial. Después una cartera roja y puse ahí mi celular, labial y todo lo necesario. Fui a la sala y me senté en la sala jugando con mi celular.

Exactamente a las 6:40 tocaron la puerta. Me levante y camine rápidamente hacia la puerta. Mi corazón bombeaba rápidamente y mis manos temblaban. Estaba nerviosa.

Abrí la puerta y vi a Bruno. Su apariencia me saco el aire de los pulmones. Llevaba unos pantalones de salir azul marino que le quedaban condenadamente bien, una camisa negra desabrochada de los primeros botones y un saco del mismo estilo que los pantalones en color azul marino casi negro.

-Te ves preciosa- Mi piel se erizo a escuchar su rasposa voz diciendo “preciosa”.

-G-gracias- dije ruborizándome. Cerré la puerta tras de mí.

Al voltearme Bruno me empujó hacia la pared y me sostuvo de mi  cintura.

-¿Podríamos follar y llegar un poco tarde?- susurró a centímetros de mi rostro.

-¡Claro que no! Si no llego a tiempo mi madre me asesinará- Bruno rodó sus ojos y se separó de mi después caminamos al ascensor.

Ambos mirábamos hacia enfrente.

-Eso no evitara que te folle ahí mismo y cuando regresemos- dijo con mucha tranquilidad. Pero mi corazón se desbocó y un nudo en la garganta se formó. Volteé a verlo y tenía esa sonrisa afilada con la mirada hacia en frente sin mirarme. Hablaba en serio.

TRAPPED (Ian Somerhalder)Where stories live. Discover now