VIII - Dejenme S O L A

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-¿Se encuentra bien?-preguntó uno de ellos. Yo solo asentí.

-¿Cree que pueda acompañarnos a la estación, para tomar su declaración y su denuncia?- preguntó el otro, yo la verdad no quería que nadie se enterara de esto, mucho menos mis papás, pero si quería sentirme segura debía ir. Esta vez me levanté y volví a asentir. Deje la taza sobre la mesa y me aferre a la cobija.- Usted también debe acompañarnos- Dijo el policía refiriéndose a Bruno. Él accedió y caminamos de regreso a la entrada. Otra pareja de policías hablaban con John, con el encargado de la entrada y anotaban cosas, al salir el frio me recibió. Vi dos patrullas, pero en ninguna vi a Daniel. Mi corazón comenzó a palpitar demasiado y me empecé a marear.

-¿Y-y D-dan-niel?- pregunté titiritando. Los policías se compartieron una mirada y me indicaron que entrara a la patrulla. -¡¿Dónde mierda esta?! – Grité antes de que me metiera a la patrulla, esto no podría pasar, él no podría estar libre, ¡él me mataría!, comencé a llorar desquiciadamente y me jale del cabello para concentrarme más en el dolor que sentía que en lo que podría hacerme Daniel. Sentí una tibia mano posicionarse en mi rodilla pero la rechacé inmediatamente, mire con los ojos desorbitados a la persona a mi lado y era Bruno.

-Ellos no lo encontraron, Deborah- dijo y mi mundo se vino abajo- Esa rata se escapó- dijo más para el mismo que para mí.

El camino hacia la comandancia se me hizo eterno y no podía parar de llorar.

Al llegar, todo paso tan rápido, simplemente decidí que entre más rápido acabe mejor. Di mi declaración y gracias al cielo no tuvieron que avisar a mis padres ya que era mayor de edad. Al terminar salí de ese deprimente cuarto y vi sentado a Bruno. El en cuanto me vio se levantó.

-¿Estas bien?- pregunto y yo asentí.

-Solo quería, uhm, darte las gracias- dije viendo sus ojos, algo estaba mal en él, simplemente no podía sentirme cómoda con él, tal vez por la forma en que nos conocimos, pero no podía ser una malagradecida, el me salvo el pellejo.

-No tienes por qué...- alguien le interrumpió.

-Es su turno de declarar- dijo un oficial saliendo del cuarto en donde hace unos segundos me encontraba. Bruno accedió no sin antes asegurarse de que yo estuviera bien y que lo esperara.

Yo realmente no quería estar ahí, habían tardado horas conmigo por lo que Bruno seguramente tardaría más horas.

Me senté pero no pude esperar ni diez minutos, solo quería llegar a mi casa, tomar un baño y dormir.

Me levanté y me dirigí hacia la puerta, el frio estaba horrible, así que me apegue más a la cobija de Bruno que aún tenía. Un policía se ofreció a llevarme y acepté, no sentía la seguridad de caminar por las calles mientras un loco violador estaba fuera buscando el momento perfecto de lastimarme.

Llegamos y agradecí al policía, al entrar al edificio vi a John sentado, estaba dormido, así que decidí hacer el mínimo ruido para no despertarlo, quería ahorrarme todas las preguntas sobre lo sucedido. Tomé el ascensor e indique el cuarto piso. Al llegar básicamente troté hasta mi departamento, y me di cuenta de que no sabía donde se encontraban mis llaves. Un escalofrió cruzo por mi espina vertebral haciendo mi piel erizarse, el hijo de puta de Daniel debió de haberlas encontrado tiradas en el callejón. Mi mirada se nubló y comencé a llorar. Esto no puede estar pasando, simplemente, yo no lo merecía. Me calmé y me determiné a llamar mañana a un cerrajero para cambiar la cerradura. Toqué ya que sabía que Sophie se encontraba dentro. Estuve fuera alrededor de 10 minutos hasta que una adormilada Sophie me abrió la puerta. Al verme sus ojos se abrieron y fue como si nunca hubiera estado dormida.

-¡¿Pero qué te paso?!- dijo mientras pasaba al departamento.

-Sophie, no quiero hablar sobre esto, yo, solo…- comencé a llorar- quiero tomarme una ducha y dormir ¿sí?- dije secándome las lágrimas con la cobija.

-P-pero Deb, ¿qué te ha pasado? ¿Quién te lo hizo?- dijo con preocupación.

-¡No quiero hablar de eso!- dije alterada - ¡Estuve más de dos horas con la policía recordando cada momento, solo quiero dormir! ¡Maldición!- grité y me encamine a mi cuarto. La expresión de Sophie es difícil de explicar pero ella se asustó.

Tiré la cobija sobre mi cama y fui al baño, cerré la puerta de golpe y le pusé seguro, lo menos que quería era que Sophie entrará y me diera un sermón por lo grosera que había sido. Me quité los jeans y la blusa con cuidado de no lastimarme más. Luego fueron mis bragas, y me mire al espejo, desde el ataque no me había visto como estaba. Sophie tuvo razón al poner esa cara, tenía un corte en mi mejilla izquierda algo grande y con sangre seca, mi labio estaba roto y un pequeño morete se estaba formando debajo del corte en la mejilla. Mis ojos estaban rojos por todo lo que he llorado, mi cabello estaba hecho un desastre. Toda yo era un desastre, y cuando me di cuenta ya estaba llorando, de nuevo. Abrí el grifo y temple el agua hasta mi gusto. Llene la tina y me metí. Mi mente comenzó a atormentarme con todo lo que había pasado y comencé a sollozar. Me pase un tallador por mis brazos, los limpie hasta dejarlos rojos y adoloridos, me sentía sucia y asquerosa, de alguna forma quería quitar las huellas dactilares de Daniel de mi cuerpo con el tallador hasta no dejar rastro. Después enjaboné mi cabello y lo remoje. Me quedé por lo que me parecieron horas, no quería salir, quería quedarme para siempre en la tranquilidad de mi baño, pero el agua ya estaba fría y mis dedos estaban como pasas. 

TRAPPED (Ian Somerhalder)Where stories live. Discover now