Pensar en ti 1

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Dicen que no es lo mismo un minuto bajo el agua que un minuto haciendo el amor, y en parte esta frase siempre había tenido sentido en mí, hasta este día.
Vi el sol ponerse, las sábanas acariciaban mis pies desnudos, miraba las aspas de mi ventilador de techo moverse, y mis brazos se encontraban cruzados porque me hacía sentir como si alguien me abrazara.
A mi lado estaba él... profundamente dormido, se veía tan pacífico, yo sólo estaba esperando a que se despertara para poder irme, no quería parecer descortés, después de lo que había pasado anoche.
Hacer el amor con Hugo hasta ahora nunca me había resultado incómodo, pero después de haber conocido a Verónica era la primera vez que volvía a estar con él, y me sentía asfixiada, tenía que fingir que estaba de lo más complacida cuando enrealidad no sentía absolutamente nada, sólo tenía ganas de estar sola, y no era culpa suya porque siempre se portaba como todo un caballero, pero simplemente no había sentido ni la más mínima excitación al estar con él.

-Buenos días preciosa.- me dijo al despertar mientras se estiraba y daba un pequeño bostezo.
-¿Has dormido bien?.- dije con media sonrisa tratando que no notara mi sentir.
-Mmm bueno creo que sí pero podría estar mejor sí...- se fue acercando a mi para abrazarme.

Sabía qué querría que lo volviéramos a hacer, así que me levanté de la cama, sin importarme estar desnuda, después de todo ya me conocía bastante bien.

-Perdón, la verdad solo estaba esperándote.- dije mientras me ponía unos jeans.
-¿Estás bien? ¿Acaso hice algo malo, te lastime?.- dijo realmente preocupado mientras se sentaba en la cama.
-Oh no no nada de eso, de hecho estuviste fantástico.- Dios ni yo me había creído semejante mentira.-Amm pero debo salir de viaje y bueno ya se me hace tarde.-terminé de vestirme.
-¿De viaje, y cuando vuelves?
-Pues yo te aviso ¿Va?, Ahora me voy que se me hace tarde.- saqué mi maleta ya lista del closet.

Antes de salir de la recámara le di un beso en la frente y salí de mi casa, ya le había dicho a María mi señora del servicio que atendiera a Hugo como rey hasta que se fuera, así que ya no tenía preocupación más que ir con Verónica a Acapulco.
Metí mi maleta en la cajuela, me puse unos lentes de sol, y tomé carretera. Mamá Coco ya me había dado la dirección de su casa en Acapulco dónde pasaríamos las vacaciones, era una zona muy lujosa dónde solo había ido una vez cuando Alberto me invitó.

Amaba la sensación de llegar a la playa, el calor y humedad del aire, el olor a mar y pescado, todo era absolutamente perfecto, me gustaba manejar cerca del muelle para contemplar el azul del mar, y el sol reflejado en él, las gaviotas cantar, y las olas golpeando la arena.
Ciertamente no se cómo se me había ocurrido no haberme duchado antes de salir, y todavía haberme puesto unos jeans que me asaban las piernas, pero nada de eso me importaba, porque pronto estaría disfrutando.

Toqué el timbre de la casa de Verónica, se escuchaba mucho murmullo en el interior, creo que había llegado en el desayuno; no pasó mucho tiempo cuando salió Verónica preciosa como siempre, traía un sombrero y su cabello recogido en una cola de caballo baja, unas alpargatas, y su ya bella sonrisa.

-¡Anilla! Si veniste.- Me saludó mientras habría la reja de la casa.
-Claro mija pues si no te iba a dejar plantada
-Mamá ¿Quién es?.-salió de la casa un jóven, con las puntas del cabello color rubio, era alto.
-Ayy jaja te presento, que ganas de que conozcas a todos mi Anilla.- dijo Verónica con mucho entusiasmo.

Pasamos al interior de la casa, tenía un recibidor grande, si seguías derecho había unos escalones que te conducían a la terraza de la casa en donde había una gran alberca con vista al mar, que preciosa vista, sin duda era el lugar ideal para pasarla bien.

-Miren familia quiero presentarles a una gran amiga.- dijo Verónica con una sonrisa en la cara.- familia les presento a...
-Por Dios Verónica que no necesita presentación Ana Gabriel mucho gusto, José Alberto Castro.- interrumpió mientras me estiraba la mano para estrecharla.
-Jaja bueno Ana ella es mi hermana Beatriz.
-Hola un gusto Ana.- me dijo a la distancia Beatriz.
-Mi mami que ya conoces
-Hola mija ¿Cómo estás?.- dijo mamá Coco mientras se levantaba a saludarme de beso.
-Bien, bien muchas gracias.- dije apenada por el momento.
-Y mis hijos Cristian y Mich
-Un gusto a todos.- se enriqueció aún más mi voz.- gracias por invitarme, pero espero no interrumpir su almuerzo.

Todos se portaron muy amables, me invitaron a la mesa, y sinceramente si tenía un poco de hambre aunque traté que no se notará, todos eran bastante simpáticos, hablábamos de diferentes temas; me costó un poco de trabajo ir agarrando la onda para sentirme ambientada pero vaya que me lo hacían fácil, me encantaba la convivencia, con todo había hecho una conexión muy padre, menos con Cristian el hijo mayor de Vero, no sé porque pero me daba la intención que me miraba con cierto recelo como si supiera lo que hasta ahora era sabido solo por mi.

Igualmente seguí disfrutando de la compañía de Verónica quien ya me había enseñado el cuarto donde estaría, dijo que el de ella estaba a 2 cuartos de distancia por si necesitaba algo.
Incluso me metí a nadar en la alberca, al principio no quería pero vaya que hacía calor.

Llegó la noche y antes de la cena, todos nos retiramos a nuestras habitaciones para descansar un poco, yo no paraba de dar vueltas por la habitación, no podía con tanta emoción tenía que llamar a alguien para despejarme un poco, ¿Llamaré a Hugo? No no no fui muy cortante esta mañana, claro Alberto siempre sabía que decir.
Me senté en la cama tomé el teléfono que estaba en uno de los buros, y marqué su u número, esperaba que contestara.

-¿Bueno?.- dijo del otro lado de la línea medio adormilado.
-Alberto ¿No te interrumpo?.- dije nerviosa.
-No para nada, solo estaba descansando, de una cruda que traigo.-hubo un silencio.- Pero oye a ti te pasa algo Lupita, ayer no fuiste al antro conmigo, y ahora me llamas ¿Que te traes?.- dijo en tono de carrilla.
-Amm.- Tomé aire.- pues verás, estoy en Acapulco.
-Ajá
-En casa de Verónica Castro.
-No manches, júralo.- dijo emocionado
-Si si, me invitó a pasar las vacaciones con ella y su familia.
-Ayy, de verdad que me alegro bastante y a la vez no mija
-¿Por qué me lo dices?
-Bueno ya, y ¿Estás nerviosa o qué?
-Pues si, ella...bueno todos se han portado de lo más lindo pero, me siento feliz y a la vez nerviosa, y ya me dieron ganas de hacer pipí.
-Ay no era necesaria tanta descripción.- se rió.- pues ve al baño.
-Es que no sé dónde está.
-¿Osea niña cuándo llegaste?
-En la mañana.
-¿Y en todo ese tiempo no le preguntaste dónde estaba el baño?

Naturalmente no, digo quien iba a preguntar eso sí su belleza te distraía de aquí y ahora, además no le iba a decir a Alberto donde había estado pasando al baño.

-Pues no.
-Pues ve y pregúntale
-Pero está en su recámara ¿Y si está dormida y la interrumpo?
-Mija yo sé que te quedó un trauma porque siempre que la ves haces unos osos bárbaros

Pinche Alberto tenía razón, primero le tiré champagne encima, luego pensó que era una cualquiera y la seguí hasta su auto, y eso sin mencionar que probablemente su mamá me haya visto verle el escote.
-¿Entonces voy?
-Si mira ve y yo te espero aquí en la línea para que veas que no pasa nada.
-¿Pero si me esperas?
-Que si anda ve o le tendrás que preguntar dónde dejas tu ropa de pipí.- dijo carcajeandose.

Dejé el teléfono con el altavoz boca abajo, con mucho temblor en mis piernas me dirigí hacia el corredor, conté las puertas, para asegurarme que tocaría en la correcta, inhale y exhale aire, conté en mi mente hasta tres, pero antes de tocar escuché ruido del interior de su habitación, eran risas, la de ella y alguien más.
No me importó mucho y toqué.

-Chin cállate, no vayas a hablar.- se escuchó Vero murmurar a alguien.- ¿Quién es?
-Vero soy Ana, solo quiero saber dónde está el baño.- grité.
-Ahh fondo a la derecha Anilla.

Gritó Vero, en ningún momento abrió la puerta pero sin duda estaba con alguien adentro, me sentía como una estúpida por haberla interrumpido. Volví a mi recámara con la mano en mi cabeza por un oso más.

-¿Alberto sigues ahí?
-Si mija, ¿Ya viste como no pasó nada?
-Es que ayy, creo que estaba con alguien
-¿La viste?
-No no, pero se reía y así
-Que te digo, yo por eso no le quise pasar tu número, porque esa mujer se la vive ilusionando y luego la encuentran ahí en la movida.

Una parte en mi se había quebrado, me hacía pensar que quizá todo este tiempo había malinterpretado las cosas, ¿Con qué cara la vería ahora?, Las ganas de ir al baño se me habían ido y ahora ya no quería ni salir a cenar,pero aún así me tenía una fuerte curiosidad por saber quién era la otra persona.
¿Quién?

Cómo yo te amé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora