1990

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Pensé que sólo era cosa de las películas que después de haber estado tan íntimamente con la amada te viene esa sensación de que todo lo puedes, tu cuerpo de pronto ya no te parece para nada imperfecto, el rostro se ilumina de una manera y sin razón aparente no dejas de traer una sonrisa en el rostro, todo es más claro, los problemas parecen mínimos, ves pasar gente a tu alrededor y tú te sientes superior pues ellos se ven apagados y sólo tú sabes que eres completamente feliz aunque no lo puedas gritar, no solo porque en este caso mi relación era clandestina, no sino porque también es un tabú de la sociedad hablar sobre ciertos temas, siempre la sociedad pero ahora ni ellos podrían apagar mi esencia, Verónica era ese secreto que ocultaba y se me escapaba en una sonrisa.

Nunca había ido a visitar a Vero al trabajo pues no quería que se sintiera incómoda ya que todo mundo sabía quiénes éramos, si por mí fuera lo hubiése visitado todos los días.
Pero hoy era especial pues se grababa el último capítulo de su novela “Mi pequeña soledad”.
El foro era bastante grande, me causaba bastante emoción ver escenografías quedé veían en la televisión pero ahora verlas en vivo, cada que salía una escena con ella me emocionaba no paraba de sonreír y mandarle besos a la pantalla de la televisión, me sentía como adolescente pero realmente me gustaba, su actuación ni hablar me parecía magistral, me encantaba ver si vestuario pues yo sabía lo que había debajo de esas prendas, aunque también me causaban celos cuando debía besarse con su co-protagonista, pues aunque sabía que esos besos me pertenecían y que era parte de su trabajo siempre venía a mi el pensamiento de que yo nunca podría besarla así libremente enfrente de cualquier persona.

Me dijeron que Vero estaba hablando con uno de los directivos así que tuve que esperarla afuera de las oficinas.

-Buenas tardes disculpe que la importune pero, he visto que lleva ya algo de tiempo esperando.

Se paró junto a mi un hombre joven de cabello negro, cejas pobladas y ojos negros, no negaré que era muy imponente, pero debía hacer el esfuerzo por disimular lo mal que me caía... Omar Fierro.

-Así es.- contesté cortante.
-¿Me permite hacerle compañía?, después de todo yo también espero a alguien.- hizo un ademán pidiendo mi permiso.
-Adelante.- no pensaba sacarle plática por lo que me era indiferente.
-Soy gran admirador de su música.- volvió a decir.
-Gracias.- sonreí

En ese instante salió Vero de la oficina de Azcárraga, traía la mirada distraída y transmitía nerviosismo al caminar, cuando al fin volvió en si y me vio se acercó a saludarme de beso.

-Mi...- se detuvo antes de poder concluir la frase.- amiga ¿Cómo estás?.- saludó
-Bien bien.- la tomé por la cintura a la vez que le besaba la mejilla.
-Vero.- interrumpió levantándose Omar.
-Ah hola.- Vero se acomodó su cabello y no lo miró a los ojos.
-Bueno estaba esperándote con esta bella dama.- me señaló.- pues quería invitarte a comer.
-Ay es que ya íbamos a ir las dos.- intervine sin poder disimular lo mucho que la sangre me hervía y Vero me miraba extrañada.
-¿Podría tener el privilegio de acompañar a estas bellas damas?.

Dios en si no toleraba a este tipo, pero mucho menos cuando para sentirse más galán comenzaba a adularnos con frases rebuscadas seguramente sacadas de los guiones de las novelas, al menos yo me mostraba al natural con todo y mis osos cuando pretendía a Vero.
Pero más allá de eso me daba coraje que al preguntar eso ni siquiera me volteó a ver a mi solo a Vero buscando su aprobación como si yo no le importara que estaba ahí presente.

-Creo que será en otra ocasión, hace tiempo no veo a Anita.- tomó mi brazo.- y quiero hablar larga y tendidamente con ella.
-Entiendo, entonces será en otra ocasión mi querida.- dijo en el mismo tono petulante.
-Bueno pues sin más un gusto conocerlo pero pasamos a retirarnos.- dije en tono de burla.

Creo que ella lo captó demasiado bien pues se notaba que quería morirse de la risa, y eso claro me llenaba enormemente de ego.
Quisimos ir a un restaurante que estaba cerca de la casa de Vero pues en tan solo unas horas Michel saldría de la guardería.

-¿No te cae nada bien Omar verdad?.- preguntó Vero con una sonrisa sarcástica.
-¿Por qué lo dices?.- reí
-Bueno sería comprensible
-Pues no, no me cae ninguno.- baje un poco la voz.- ninguno que a partir de ahora pueda besarte como si fuera lo más normal del mundo.
-¿Te he dicho lo mucho que te amo?, Si por mí fuera te .- me mandó un beso y bajo la voz.
-Algún día ganarás un Oscar.
-¿No quieres ir a comer el postre a mi casa?.- se mordió el labio, ella sabía lo mucho que provocaba en mi con tan sólo hacer ese gesto.
-Mesero la cuenta por favor.- me apresuré a decir mientras sonreía coquetamente.

Nuestra relación aunque había Sido tan imprevista y violenta pues en tan solo casi un año ya éramos muy felices juntas, no me aburría de irla a buscar a su casa y que mamá Coco me hiciera burla que era mejor que me quedara ya a vivir allí, siempre sentía como si fuese la primera vez que buscando su aprobación iba a aquella casa, con la diferencia que moría siempre por tomarla entre mis brazos y besarla suavemente como la primera vez, y aunque eran pocas las ocasiones en que estábamos solas en su casa siempre podíamos platicar y amarnos libremente, a menudo fantaseabamos con la posibilidad de vivir juntas, lo cual ahora era muy imposible.

-¡Ya abre mujer! Cada minuto cuenta.- le decía emocionada mientras olía si cabello y ella incertaba la llave en la cerradura de la casa.
-Mmmm ¿Que me harás que cada minuto cuenta.- preguntó coqueta.
-Eso depende de que tanto te apures.

La abracé por la cintura y no me despegué aún cuando pudimos entrar, ella si giró para quedar frente a mi, nuestras miradas se encontraron perdiéndose en la otra, ella me miraba expectante mientas que yo alzaba mi ceja.

-Herma..- sin hacer ruido se paró frente a nosotras Beatriz quién venía del recibidor.
-Beatriz, ¿Cómo estás?.- saludé rápido para romper la tensión que había mientras quitaba lentamente mis manos de la cintura de Vero.
-Bien yo....- nos miró y se quedó perpleja.- solo venía a dejar estas fotos de la fiesta de mamá.- le pasó a Vero unas fotos.
-Aw están preciosas.- dijo Vero mientras miraba.
-Ana aprovechando que estás aquí, también traje está.- sacó de su bolso la foto y se le quedó mirando.-Me gusta mucho porque se abrazan con tanto cariño, hasta parecen par...

Beatriz se abrió los ojos como platos, se quedó fría y volvió a mirarnos, aunque yo me moría de miedo no pude sonreír ni decir nada solo disimular que no sabía que era lo que ella iba a decir.

-¿Par?.- preguntó Vero simulando extrañeza.
-Esta mente mía.- rió y puso su mano sobre su frente.- Bueno yo las dejo que sigan jugando debo hacer más cosas.- me pasó la foto.

Se fue sin decir nada y sin siquiera despedirse de nosotras, y Vero no cerró la puerta ni apartó la mirada de su hermana hasta que se fue en su auto.

-Lo sabe.- dijo Vero boquiabierta
-¿Qué dices?.- pregunté mirándola.
-Ella sabe lo nuestro...

Cómo yo te amé Where stories live. Discover now